miércoles, 24 de mayo de 2017

Los entierros de Xcambó y sus implicaciones sociales.

Las investigaciones recientes llevadas a cabo en el sitio de Xcambó han contribuido enormemente al conocimiento de la arqueología de la costa norte de la península yucateca, especialmente durante el período Clásico (600-1000 d.C.). No es peculiar encontrar un asentamiento cercano a la costa, rodeado por ciénaga y otras características que lo distinguen de los demás sitios de Yucatán. Xcambó no fue el único asentamiento costero, pero sí el más grande, en donde se presentan elementos arquitectónicos que definen dos importantes estilos clásicos, y que tienen un largo período de ocupación que va desde el Clásico Temprano (300-600 d.C.) hasta el Posclásico Tardío (1200-1450 d.C.).

         El sitio de Xcambó con escasos 700m de largo y 150m de ancho, estuvo densamente ocupado, pues el área en el que se encuentra fue completamente nivelada, para la construcción de 2 plazas de carácter público, compleja plataformas, patios cerrados por edificios residenciales, plataformas habitacionales, y otras edificaciones hechas para ser usadas en diversas actividades económicas. El diseño de distribución de dichas construcciones, debió ser obligada por la forma natural del terreno: las plazas principales, de carácter público dominaron el centro, erigiéndose a todo lo ancho del sitio y sus costados, las residencias y demás unidades domésticas. Es importante señalar que la gente común o sustentora de los señores gobernantes, sacerdotes, nobles, comerciantes y artesanos, no tuvo cabida en Xcambó, ellos debieron habitar en los lugares cercanos como Xtampú y Misnay, comunicados con el sitio a través de caminos o sakbeo’ob.

Foto 1. Entierros en diferentes niveles dentro de un basamento habitacional. Xcambó.


En dichos asentamientos los centros rectores no compiten en tamaño y calidad de sus edificios con los de Xcambó; además las elaboradas construcciones públicas y domésticas de este último asentamiento, son muy distintas a las que se ha encontrado en aquellas comunidades rurales, en donde prevalecen las plataformas para la construcción de viviendas de bajareque, además de que se encuentran asociados a ellas numerosos metales y materiales cerámicos de tipo culinario.

         Si se añade a todo lo anterior la presencia de un área salinera en Xcambó y los abundantes materiales cerámicos y líticos, principalmente de procedencia foránea, contribuyen sobremanera a hablar de un centro de poder y control en una vasta área costera. Sin embargo, lo que acentúa aún más su importancia, son los 512 entierros recuperados en toda la zona de asentamiento, a través de las exploraciones arqueológicas llevadas a cabo entre los años 1996 y 2000.

         Las numerosas osamentas nunca fueron encontradas solas, siempre estuvieron acompañadas por abundantes y variados objetos que son elementos adicionales para la explicación de la historia cultural y el modo de vida de Xcambó.

         La gran mayoría de los entierros fueron depositados directamente sobre la tierra apisonada, aunque también los encontramos sobre las piedras del núcleo de basamentos, reutilizando los depósitos o almacenes de períodos anteriores o sobre una cama de conchuela. Sin embargo en los edificios de carácter público y en algunas unidades residenciales cerca del centro de Xcambó, fueron enterrados en cajas de piedra llamadas cistas –formadas por varias piedras colocadas de canto o apiladas formando un rectángulo del largo y ancho del difunto– cubiertas con losas de piedras irregulares colocadas como tapas. También se depositaron en cistas pequeñas circulares con tapas, en algunas urnas u ollas con tapas para entierros infantiles y solamente en dos casos en pequeñas tumbas abovedadas y burdas.

         Es importante señalar que a sus muertos los enterraban bajo los pisos de las casas. Un ejemplo de los numerosos casos en Xcambó es un basamento habitacional marcado con la clave NE-28, de poco más de 10 m por lado, en el cual se excavaron 32 entierros, lo que nos habla al mismo tiempo de los niveles y materiales asociados, así como de una larga secuencia de ocupación de la vivienda.

Entierro infantil Xcambó


Se exhumaron esqueletos de individuos de ambos sexos y de diferentes edades: fetos, neonatos, infantes, subadultos, adultos y ancianos, mismos que fueron enterrados, de manera intencional, en distintas posiciones. Para el período Clásico Temprano la manera más común de enterramiento consistía en colocarlos descansando sobre el costado derecho con las piernas y los brazos flexionados hacia el abdomen, esto es en posición fetal; otra forma fue colocarlo sobre la espalda con las piernas flexionadas hacia el vientre, los brazos pudieron estar doblados o no; y en posición extendida descansando sobre la espalda. La orientación de los cuerpos pudo ser con la cabeza colocada al norte o al este; siempre le cubrieron la cara con una vasija colocada en posición invertida. Las piezas, como rasgo peculiar, casi nunca aparecieron “matadas” o perforadas intencionalmente, una costumbre común en el área maya del norte, pues se creía que el alma del difunto debía salir por aquel agujero. En número muy reducido se recuperaron entierros de niños de corta edad colocados dentro de ollas tapadas con un plato y con una perforación cerca de la base. Aquellas características o costumbres de enterramiento resaltan las diferencias que existieron entre la comunidad de Xcambó y las demás contemporáneas, con las que debió mantener relaciones.

         Para el período Clásico Tardío la posición característica de enterramiento fue la extendida, esto es, se colocaba al difunto boca arriba con las piernas juntas y los brazos extendidos hacia los costados; también pudieron tener las extremidades superiores dobladas sobre el pecho, el abdomen o descansando dobladas a sus costados; la posición sedente (sentada) también fue practicada; los entierros no fueron colocados con una orientación específica. También, como los del período anterior, se les cubrió el rostro con una vasija en posición invertida.

         La posición que conservaban los esqueletos al ser encontrados es probable que se debiera a que hayan sido amortajados, por ejemplo en el libro Historia General de las Cosas de la Nueva España (1977) Fray Bernardino de Sahagún menciona que:

         “...encogíanles las piernas y vestíanles con los papeles y los ataban...”

         En los códices la forma de disponer el cadáver que más frecuentemente se representa es el bulto mortuorio, en el que el cuerpo está en posición sedente, envuelto con una manta a la que ata una soga, en otros casos la cabeza pintada con rayas rojas asoma del bulto.

         Muchos de los esqueletos se encontraron impregnados con una pintura roja llamada cinabrio, probablemente para darle la apariencia de vida, de manera que al descomponerse se impregnaban los huesos con ese color. En Xcambó los entierros llevaban también otras ofrendas: orejeras, collares de concha o caracol y piedra verde conocida como jade, pulseras, pectorales, anillos, objetos que probablemente utilizaron en vida, como las hachas, los cuchillos de piedra, los malacates, desgranadores hechos de hueso de venado, figurillas estilo Jaina, otras vasijas como vasos, platos, cajetes, incensarios, etc. Dichas piezas fueron, en su mayoría, de comercio como los platos policromos del Clásico Temprano, que proceden del área de Belice y Guatemala, principalmente, aunque también se utilizaron las vasijas policromas locales, probablemente de la región de Izamal, ajuar funerario que debió poseer sólo la nobleza.

         Los mayas pensaban que los muertos tenían aún sensaciones o necesidades, por lo que ponían especial interés al ritual funerario, en este sentido proporcionaban algún tipo de protección ya sea mediante la colocación invertida de un plato sobre la cabeza, metiéndolos dentro de una cista o fosa, en ollas o en tumbas. Se le dejaba al cadáver distintos objetos con el propósito de que los siguiese usando en la otra vida. Eran vasijas que contenían alimentos, bebidas u otros materiales como resinas aromáticas o pintura como el polvo cinabrio.
Plaza principal. Xcambó


En Xcambó siempre el ajuar funerario fue de la mejor elaboración, de procedencia foránea, difíciles de poseer si no se contaba con un nivel económico relativamente alto, pues por analogía con los entierros registrados en diversos sitios mayas, la gente  “importante” de un rango social elevado, podía poseer este tipo de materiales, la gente “pobre” era enterrada con piezas de tipo común, como platos de manufactura local culinarios o tipo doméstico, y enseres como herramientas de menor calidad, lo que indicaba la actividad a la que se dedicaba la persona en vida.

         Un aspecto importante observado en los entierros de Xcambó fue la deformación craneana y en algunos casos la mutilación e incrustación dentaria. Estas alteraciones intencionales del cráneo y dientes fueron practicadas en toda Mesoamérica. En Xcambó la más usual fue la tabular oblicua y en algunos casos la tabular erecta. Al respecto Landa (966:54) menciona:

         Que las indias criaban a sus hijitos en toda la aspereza y desnudez del mundo, porque a los cuatro o cinco días de nacida la criatura poníanla tendidita en un lecho pequeño, hecho de varillas, y allí boca abajo, le ponían entre dos tablillas la cabeza: la una en el colodrillo y la otra en la frente entre las cuales se la apretaban tan reciamente y la tenían allí padeciendo hasta que acabados algunos días les quedaba la cabeza llana y enmoldada como la usaban todos ellos.

         Durante el período Clásico la deformación craneana fue un elemento cultural generalizado. Se emplearon para ello aparatos cefálicos y cunas deformatorias. Las preferencias locales y regionales de las técnicas de modelado fueron muy variadas. A la fecha no existen evidencias para suponer que la deformación cefálica haya desempeñado un papel marcador de la posición social.

         Con respecto a la mutilación dentaria, no fue una práctica común en Xcambó, consistió en el limado de los dientes para adelgazarlos o dejarlos en forma de punta, de picos, de grecas, etc. Y también en perforarlos para incrustarles fragmentos circulares de pirita o piedra verde, entre otros. La mutilación dentaria según la antropóloga física María Teresa Jaén, no era nada más que estético, sino que tuvo amplias repercusiones íntimamente ligadas a hechos de tipo mítico-religiosos y de orden jerárquico.

         Para hacer inferencias acerca de la población que habitó Xcambó, es imprescindible tomar en cuenta lo antes mencionado, pero es necesario además hacer uso de los análisis osteológicos para determinar con bases que no dejan dudas, edad, sexo, y algunas enfermedades; las causas de muerte, el tipo de alimentación, las actividades que realizaron; las relaciones de parentesco y la etnia a la que pertenecieron.

         Es interesante el período tan largo de ocupación así como la densidad de la población en Xcambó, pues prácticamente, en toda el área se establecieron viviendas y otras construcciones domésticas que se pueden caracterizar como pertenecientes a un modo de vida distinto al que debió existir en otras comunidades mayas, sean aldeas, asentamientos rurales o ciudades que se definen claramente, los primeros, por ser grupos de familias de pescadores, de salineros, de campesinos, de artesanos, etc. donde los lazos familiares los integran, por ejemplo Xtampú y Misnay; y en la última, con una marcada división social y económica en donde los jerarcas y gente de alto nivel social convivieron con la gente común que formaba el grueso de la población como sucedió, por ejemplo, en otras ciudades como Dzibilchaltún, Izamal, Oxkintok y otros sitios contemporáneos con Xcambó.

         Gracias a las excavaciones de pozos estratigráficos, a la liberación y consolidación de los edificios y Xcambó, además de las exploraciones en las áreas aledañas al sitio, se pudieron recuperar aquellos datos que permiten reconstruir las relaciones socio-políticas, actividades económicas y contactos diversos a nivel local, regional y supraregional de Xcambó a través del largo período de ocupación que tuvo.

         En conclusión se puede inferir que se trató del principal, quizá el único centro administrativo salinero y puerto de comercio costero del período Clásico, el cual mantuvo relaciones comerciales con numerosas áreas desde el norte de Yucatán hasta el interior, como las regiones del Puuc, de Cobá y Cozumel y con aquellas más lejanas como Belice, Guatemala, las costas del occidente Campeche, Tabasco y sur de Veracruz.



Este meterial aparecio publicado en: I'inaj (Semilla de maíz), Revista de divulgación cultural de Yucatán No. 12. CONACULTA-INAH 



Thelma N. Sierra Sosa
Angel Martínez Lizarraga

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