domingo, 21 de mayo de 2017

Ideología de género femenino en la época prehispánica: diosas mayas con atuendos de sacrificio y muerte




A través del estudio iconográfico del arte monumental, de las vasijas polícromas y los códices, se tiene evidencia de algunas representaciones de diosas o mujeres mayas que están atendiendo rituales de sacrificio y muerte, y utilizando cierto tipo de vestimentas particulares, atuendos textiles con imágenes de huesos, cráneos y calaveras que representan a las deidades de la muerte. Mi interés en este artículo es mostrar cómo algunos elementos, como la vestimenta, las representaciones de huesos o del dios de la muerte y las prácticas rituales de sacrificio, pudieron estar asociados con aspectos de la ideología de género femenino de la época prehispánica.

Introducción

En el pensamiento y la cosmovisión dialéctica que caracterizó a los mayas prehispánicos, al igual que a los demás pueblos mesoamericanos, se reconoce el hecho de que la muerte es algo que va aparejado a la vida. Por eso, la idea de que la muerte conduce a la formación de un nuevo orden es común en la religión y en la cosmogonía de la mayoría de las culturas mesoamericanas (Stuart, 2003). Así, el mal y el bien, la muerte y la vida, son energías divinas cuya constante interacción “radican ante todo en el cielo y el inframundo” (De la Garza, 1999: 41).

            Sin duda, entre las prácticas religiosas que manifiestan aspectos fundamentales de la cosmogonía maya están los rituales de sacrificio y muerte. Estas prácticas se encuentran de manera recurrente entre las diversas culturas del período prehispánico. Generalmente, son más conocidas sus manifestaciones del Posclásico, provenientes principalmente del centro de México. Sin embargo, para los períodos Preclásico y Clásico tenemos suficientes datos provistas por la arqueología, la iconografía y la epigrafía que aportan más evidencia sobre las características del sacrificio ritual y las ceremonias funerarias en la cultura mesoamericana. En particular, con respecto a la cultura maya, se sabe que el rito de mayor trascendencia en la época prehispánica fue precisamente el sacrificio humano (Nájera, 1987).

            En este trabajo exploro la relación con la muerte que pudiera tener cierto tipo de atuendos especiales que se representan en escenas rituales, la mayoría de las veces, alegorías mitológicas representadas. En la iconografía de la época prehispánica, han llamado mi atención las imágenes de sujetos femeninos que van interactuando en el contexto de rituales de sacrificios y eventos asociados con la muerte, que utilizan cierto tipo de atuendos particulares, enredos principalmente,1 con representaciones de huesos, cráneos y calaveras (Figura 1a y 1b).

            A partir de la revisión de estas representaciones de diosas mayas o mujeres asociadas con este tipo de atuendos, que presentan una iconografía de muerte en vasijas, monumentos y códices, intento interpretar una posible relación entre la ideología maya sobre el género femenino, el ritual de sacrificio y la muerte. Me interesa saber si esta relación que se establece a través de la iconografía, con respecto a estos atuendos y la participación de las mujeres en los rituales de sacrificio y muerte, corresponde a una ideología de género femenino que se pudiera haber presentado entre los mayas de la época prehispánica.


Ideología de género femenino

La ideología de género se refiere al significado, en contextos sociales y culturales dados, de lo masculino, lo femenino, el sexo y la reproducción. El sistema de significado incluye las prescripciones y las proscripciones de los hombres, las mujeres o personas de otra categoría de género definida culturalmente. El énfasis está puesto en el género, la sexualidad y la reproducción como símbolos (Conkey y Gero, 1998: 25).

            Investigar el género en el pasado es más que encontrar a hombres y mujeres interactuando socialmente. Es tratar de entender cómo esta categoría funcionaba en todas sus dimensiones: como ideología de género, papeles de género, relaciones de género, así como una fuente de significados culturales relativos a la construcción de la vida social (Hernández, 2003). En este sentido, de acuerdo don Joyce (1992, 1996), los conceptos mayas del género recaen fuertemente en la acción y, especialmente, en la acción ritual y productiva, para crear identidades sociales distintas pero complementarias entre hombres y mujeres. La existencia de estas categorías de género en la época prehispánica ha podido ser deducida, principalmente, a partir de las representaciones de hombres y mujeres mayas en figurillas y vasijas de cerámicas, al igual que en escultura monumental y en los códices (Figura 2).

  De acuerdo con los datos empleados para este artículo, la ideología de género sobre la mujer maya nos muestra una variedad de concepciones acerca de sus actividades y el papel que desempeñaba social, económica y políticamente en sus comunidades. Por ejemplo, las mujeres tuvieron un papel determinante, desde el mito maya de la creación, en la formación y el mantenimiento de la sociedad a través de la familia (Hernández, 2002). Las principales responsabilidades de la mujer eran: la tarea de madre, acompañante y cuidadora del hogar; la preparación de alimentos, crianza de los hijos, y también detentaba importantes puestos políticos en su posición de encargada y educadora de los herederos (Schele, 1997). Por lo tanto considero que este ideal de género femenino, establecido en la época prehispánica, encuentra la máxima exaltación a sus cualidades a partir de las diferentes facetas de las representaciones de la diosa lunar (Cruz, 1995).

            Para las mujeres mayas, el marcado simbolismo de la diosa de la luna como madre y fuente de sustento es fundamental en su concepción de lo que significa ser mujer. Del mismo modo, esta ideología de género femenino determinó la manera en que los mayas representaron a la mujer tanto en figurillas, vasijas, esculturas de piedra y códices (Schele, 1997: 23). En la mitología de la creación, el ámbito divino de la diosa lunar desempeñó un papel de crucial importancia, fungió como la partera que hizo posible el nacimiento el dios del maíz, así como el nacimiento de los hijos de éste. Además, se les considera como la encargada de cuidar a los niños, y, las actividades relacionadas con el tejido las realiza con maestría sin igual (Schele, 1997: 21).

En las imágenes de la diosa también se integró una de las características fundamentales de la luna: el cambio de apariencia, por ser un astro que muere y renace (Cruz, 1995; Sotelo, 2002: 97). Se le observa como una deidad femenina joven, plena de fertilidad, que en la lectura de los códices es clasificada como la diosa I, Uj-Ixik, Sak Ixik, o Ixchéel que corresponde a la Luna llena. Pero también se le representó como una anciana, identificada como la diosa O, Chak-Chéel, o Ixchebel Yax, sabia de pechos enjutos, y que representa la fase decreciente de la luna. Ésta es la anciana diosa de la luna por sus atributos: “tocado de serpiente, huesos cruzados sobre el corte y garras en los pies, parecería también relacionarse con una deidad terrestre (...) el simbolismo lunar y terrestre se confunden, ambas son imágenes de las diosas madres” (Nájera, 2000: 32).

            De acuerdo con Vail y Stone (2002), a través de las imágenes plasmadas en los códices se puede observar esta marcada distinción de las mujeres mayas representadas con respeto a la edad. A través de la personificación de la diosa lunar, en el Códice de Dresde aparecen representadas mujeres jóvenes, cuya sexualidad fue vista como un reto para los hombres por la necesidad de ser controlada; y también las figuras de ancianas están asociadas con el carácter dual del poder femenino, su carácter tanto creativo como destructivo (Figura 3).

            Incluso actualmente, en el área maya, la luna se constituye como un “signo distintivo” de la mujer; así se ha documentado entre los mayas mochós de Chiapas, “quienes la consideran como un aspecto dual: una joven y una anciana la ‘abuela’. La luna renace mes con mes, en ese periodo surge como una joven y muere como una anciana” (Nájera, 2000: 32).

            Por lo tanto, estas imágenes femeninas, plasmadas con la ideología de la diosa lunar en mente, “simboliza un continuo con fenómenos relacionados con el crecimiento de la vida vegetal y humana: la tierra, sus plantas y especialmente el maíz” (Tate, 1999: 84). Sin embargo, la representación femenina también tiene un componente de muerte, sacrificio y regeneración que, a veces, se manifiesta iconográficamente a través de las imágenes de las ceremonias rituales y sus atuendos, aspectos que hasta el momento han sido poco comentados en el caso maya (sobre los aztecas, ver Anawalt, 1984).


El ritual de sacrificio y la muerte entre los mayas prehispánicos

El ritual de sacrificio se considera como “aquella acción que busca la comunicación con lo divino a través de un objeto consagrado, que sufre una destrucción parcial o total en el curso de la ceremonia; sólo se considera sacrificio el ritual en el que la víctima sea animal o un ser humano” (Nájera, 1987: 40). Sabemos que en Mesoamérica existieron diversos tipos de sacrificio, pero, en todos es común la idea de que la víctima servía como vehículo de comunicación entre los hombres y los dioses (Nájera, 1987: 41; Figura 4).


 Para llevar a cabo el ritual, los mayas practicaron, antes de la ceremonia, varias acciones que tenían un carácter purificatorio; además, se revestían con un atuendo especial que indicaba el inicio de una existencia diferente. En la iconografía maya, también las víctimas de sacrificio eran revestidas de elementos especiales que marcaban su estado transitorio hacia una nueva condición; un ejemplo son las representaciones de venados cubiertas con textiles que presentan huesos cruzados, que servían comúnmente como animales para el sacrificio (Figura 5). También el atuendo de los sacerdotes, las sacerdotisas y los oficiantes del ritual son significativos, ya que indicaban el rango y el dios al cual estaban consagrados (Nájera, 1987: 120)



 En el pensamiento maya de la época prehispánica hallamos diversos símbolos que reflejan lo sagrado de la muerte; hay amplias representaciones de deidades y seres sobrenaturales que presiden, provocan y anuncian la muerte ritual. El mejor ejemplo es el dios de la muerte, un ser del inframundo que se asocia con la noche y con la enfermedad, que es la imagen divina más fácil de distinguir entre los mayas (Figura 6). Su sitio es el estrato más bajo del inframundo. Como deidad posclásica, Aj Puch, es representado con rasgos vitales como ojos, pene y ano. Los elementos en sus representaciones son indicadores de sus funciones; también se le representa como un esqueleto semidescarnado, putrefacto y con la columna vertebral visible (De la Garza, 1999: 44). Si bien es un ser del inframundo, el dios de la muerte no es un muerto y no está muerto ya que “posee aliento, sangre y semen” (Sotelo, 2002: 107). En los códices, a la deidad se le dibuja con cascabeles u ojos sobre la cabeza, en los tobillos y en las muñecas, además, se le considera una entidad andrógina pues a veces presenta características femeninas (De la Garza, 1999: 44). En el Códice de Dresde, este dios se halla representado con senos y con falda, lo que indica que él mismo tiene un aspecto femenino que lo vincula con la fertilidad cósmica.

            Es a través de la iconografía maya que sabemos que es el dios de la muerte quien preside personalmente los rituales del sacrificio, consagrado a través de los atuendos portados por sus sacerdotes o personificadores.



Diosas mayas vestidas de muerte

En este trabajo se analizan imágenes que representan a la diosa lunar, quien aparece ataviada con atuendos especiales indicando así su consagración a las deidades de la muerte, es el contexto de diversos rituales de sacrificio y otras actividades relacionadas con los fallecimientos.

            Con respeto a los atuendos, Anawalt (1984: 165) manifiesta que entre los aztecas hay ciertos atuendos que son recurrentes en eventos especiales como el sacrificio humano y que contienen un marcado simbolismo con referencia a la memoria del grupo. Los atuendos pueden representar aspectos de la memoria cuando aparecen en ellos señales de un mensaje simbólico; cuando contienen claves que revelan el lugar de origen; cuando el mismo atuendo aparece entre diferentes culturas, y cuando ocurre regularmente en un contexto específico reflejando diferentes afiliaciones culturales (Anawalt, 1984: 165-166).

            En el caso maya, estos aspectos pudieran ser aplicados a los atuendos con representaciones de muerte a los que aquí se hace alusión. Por ejemplo, la decoración de huesos cruzados, representados en atuendos como los enredos femeninos, simbolizan un mensaje de muerte y regeneración recurrente entre las culturas como entre los mayas y los aztecas.

            En los mayas prehispánicos tenemos las representaciones de atuendos especiales en escenas reales y/o mitológicas pintadas en las vasijas de cerámica polícroma, imágenes que han servido para contrastar ideas sobre la sociedad y otros aspectos de la vida y la mitología de los mayas del periodo Clásico. Por ejemplo, con respecto al tema que se ha planteado, hay dos vasijas que han llamado la atención acerca de estas diosas mayas vestidas con atuendos que hacen alusión a la muerte.


La primera pieza, K718, es un vaso polícromo, posiblemente de la región de Piedras Negras, que pudiera datar de entre el 700 y el 800 d.C. Se trata de una vasija que representa una escena mitológica de sacrificio en la cual participan el dios de la muerte, que sostiene una cabeza cercenada; también se encuentran dos señores y una mujer que ofrecen en sacrificio dos cuerpos de víctimas jóvenes (Figura 7). En la imagen, esta diosa joven viste un entero con la imagen de un esqueleto. Se trata de una representación completa del dios de la muerte, con la característica espina dorsal saltada y dando una muestra de vitalidad sobre el fondo negro del ropaje de la mujer. Esta señora se encuentra en actitud de presidir la ceremonia de ofrecimiento de las víctimas sacrificadas. La segunda vasija, K6020, conocida como la “vasija del vómito”, representa a la diosa anciana de la Luna, la diosa O, vestida con un enredo que deja al descubierto sus pechos flácidos y que contiene las clásicas representaciones de huesos cruzados y círculos concéntricos (Figura 8). Esta diosa preside una escena mitológica de un ritual de vómito asistida por otras tres mujeres jóvenes. Las ancianas, cuya vida reproductiva ha cesado, se relacionan con la muerte, tienen una posición social diferente, y pueden ser sujetos “purificados” (Schele, 1997).


Con respecto a las imágenes monumentales, existen dos representaciones de mujeres vestidas de muerte en el Gran Juego de Pelota de Chichén Itzá, fechadas en el Clásico Terminal. La primera imagen se encuentra en la parte inferior del Templo del Jaguar, edificio de paredes interiores y exteriores grabadas con esculturas en relieve en las que, de acuerdo con Schele y Mathews (1998), describen el momento de la creación y reivindican el carácter de la autoridad de los itzaes a través de su relación con los dioses y los primeros ancestros.

            En las columnas del norte de la parte inferior del Templo del Jaguar se representaron dos versiones de mujeres. Los planos frontales y verticales (este y oeste) de la columna muestran a una diosa con el pecho descubierto que viste una falda de red de cuentas, lo cual la identifica como Sak Ixik, la diosa de la luna joven que funge como esposa del dios del maíz (Figura 9)

 Por otra parte, en el lado izquierdo y derecho (sur y norte) se muestra a una diosa con cabeza de calavera que porta una falda marcada con discos concéntricos y huesos cruzados. Además, se puede observar que porta en el cinturón un cuchillo de sacrificio, listo para ser utilizado. Se trata de la diosa O, la advocación anciana de la diosa de la Luna o Chak Chéel, encargada de asistir a los rituales de sacrificio para contribuir a la regeneración. Siguiendo a Joyce (1992), podríamos argumentar que, posiblemente, estas imágenes de género femenino fueron transferidas a través de los medios públicos de la escultura antropomórfica, con lo femenino representando a través del uso de vestimentas características y el pecho descubierto, como el arquetipo de las imágenes femeninas sobrenaturales que realizan una actuación cosmológica complementaria.



Sin embargo, en el segundo caso, en la reconstrucción de una escena ritual proveniente del Templo Norte del Juego de Pelota (Wren, 1994), la vestimenta de faldas con símbolos de muerte nos permitiría identificar a cuatro personajes como mujeres que ofrendan diversas vasijas y objetos en un ritual funerario realizado por la muerte de un gobernante local (Figura 10). Para Joyce (2000), estas “figuras de donantes”, aunque presentan las actitudes y las típicas vestimentas femeninas, pudieran identificarse sexualmente como hombres por la falta de representación de los pechos femeninos. Esto lleva a la autora a considerar que, en el Clásico Terminal de Chichén Itzá, muy probablemente las acciones rituales previamente desempeñadas por mujeres fueron realizadas en este contexto por sujetos no-femeninos (Joyce, 2000: 109).

            Con respecto a las representaciones de mujeres vestidas de muerte en los códices Posclásicos, tenemos las representaciones del dios de la muerte y la diosa lunar que se mezclan en las páginas 9 y 74 del Códice Dresde. Vail y Stone (2002) argumentan que los papeles y las relaciones representadas en estos medios muestran una visión idealizada de los papeles sociales, es decir, los códices sirvieron como modelos para guiar tanto el comportamiento ritual como el social.

            En la página 9 del Códice de Dresde aparece una representación del dios de la muerte con el enredo y el tocado de serpiente característicos de la vieja diosa lunar, lo cual indica que él mismo tienen un aspecto femenino que lo vincula con la fertilidad y cósmica. Por lo tanto, existe una relación inextricable entre la muerte y el carácter femenino: la muerte tienen razón de ser como entidad creadora a partir de una ideología de género femenino, manifiesta a través de la idealización de la diosa lunar, que exalta la dualidad reproductiva y destructiva de las mujeres en la época prehispánica (Figura 11).


       También, en la página 74 del Códice de Dresde, Itzamná, principal dios maya de la creación, aparece como un dios andrógino que en su aspecto femenino se le representa con indumentaria de mujer y arrojando agua desde una vasija, con lo cual se destaca su función genésica y a la vez regenerativa (Sotelo, 2002; Figura 12).

 Su representación con garras de ave indica su carácter celeste y lleva dibujados en su falda unos huesos cruzados, símbolo de lo permanente, de lo primordial del ser. Además, para exaltar su carácter creativo, en la página 102 del Códice Madrid se le puede ver tejiendo con su telar de cintura (Sotelo, 2002: 91; Figura 13). En Mesoamérica, el tejer es una labor esencialmente femenina que puede asociarse simbólicamente con la propia estructura del universo; tejer es un acto de creación. Así como Itzamná, con senos y falda, con tocado de serpiente (Ciaramella, 1994), dibujo que representa a la diosa vieja de la luna en las páginas 9 y 74 del Códice Dresde, es una metáfora en la que “crea las formas nuevas de la vida y con ellas rige la existencia del universo” (Sotelo, 2002: 92).



Reflexiones finales

La identidad femenina maya prehispánica exalta los valores de la producción, el género y la sexualidad a través de su relación con otros símbolos como los textiles, los rituales de sacrificio y la ideología de la diosa lunar y la muerte representada en vasijas, monumentos y códices. De acuerdo con la interpretación sobre los atuendos textiles portados por las mujeres vestidas de muerte, los huesos se asocian por una parte con la muerte y el mundo subterráneo, pero también tienen un sentido de permanencia y renovación, pues “se asemejan a una semilla que, enterrada, renace” (Sotelo, 2002: 110). De acuerdo con Miller (2003: 386), a lo largo de toda Mesoamérica se consideraba que los huesos y los cráneos estaban imbuidos de poder y cualidades regenerativas. Este simbolismo representado a través de los atuendos hace referencia a ciertos aspectos de la memoria social de los mayas prehispánicos expresada a través de los textiles mismos.

Los medios de representación, códices, vasijas y monumentos, son manifestaciones diacrónicas del arte, la religión y la cosmogonía maya. Por lo tanto, podemos mencionar que la ideología de género femenino, representada a través de las imágenes de la muerte y el ritual de sacrificio, está siendo utilizada de manera recurrente a través de la época prehispánica.

            También parece existir la relación contextual entre las imágenes de las diosas mayas vestidas de muerte y el ritual de sacrificio, pero los contextos donde aparecen la mayoría de estas imágenes no son exclusivos de este tipo de prácticas rituales. Sin embargo, observamos que las prácticas rituales, contenidas en las expresiones mitológicas de las diosas mayas de la Luna, manifiestan una ideología esencial dentro del ámbito político prehispánico a través de la relación que se establece con las deidades ancestrales. De acuerdo con Tate (1999), los productos hechos por mujeres, siendo éstos los textiles y atuendos descritos, fueron necesarios en los rituales como ofrendas sagradas y como soporte físico de la política retórica de los hombres. Por lo tanto, en las representaciones del ideal femenino de la época prehispánica, quizá se pudiera advertir el deseo, por parte del hombre, de politizar el estatus primario y el poder reproductivo-generativo de la mujer a través de su participación en el ritual de sacrificio y su relación con el dios de la muerte.



Agradecimientos

A la doctora Mercedes de la Garza por sus valiosos comentarios. Al doctor Rafael Cobos y a la maestra Lilia Fernández por su ayuda en la identificación de algunas de las imágenes presentadas en este trabajo. También agradezco al maestro Limbergh Herrera.



1Prenda femenina básica, indispensable en Mesoamérica y usada desde el Preclásico Medio hasta la llegada de los españoles, que consiste en un lienzo textil que se enredaba y sujetaba en la cintura (Anawalt, 2005). Regresar



Este material fué publicado en: Temas Antropológicos, 2006. [Vol. 28, núms. 1-2 págs. 155-178]Regresar
Héctor Hernández Alvarez

No hay comentarios:

Publicar un comentario