domingo, 21 de mayo de 2017

El salvamento arqueológico como alternativa de investigación: el caso Tunkás, Quintana Roo, Yucatán




El interés de incrementar el desarrollo económico, social y turístico de Yucatán ha llevado al gobierno estatal a la creación de nuevas vías de comunicación en la entidad, así como un programa de modernización, ampliación y mejoramiento de las ya existentes, lo que ha dado lugar a una serie de salvamentos arqueológicos.

En el tramo carretero Tunkás- Quintana Roo, en el estado de Yucatán (figura 1), es una vía de considerable importancia para la comunicación y el comercio con el oriente del Estado; no obstante, era muy angosta y sinuosa, lo que la hacía peligrosa para el tráfico vehicular y humano. Por lo anterior, la Dirección de Vías Terrestres del Gobierno del Estado, se dio a la tarea de modernizar la carretera, planteando la necesidad de trazar una nueva ruta, más directa y con menos elevaciones para facilitar la visibilidad de los usuarios.

Este nuevo trazo carretero afectaba varias estructuras arqueológicas del sitio denominado Tunkás 16Qd (8):77 registrado como de IV rango en el Atlas Arqueológico del estado de Yucatán (Garza y Kurjack, 1980), así como otras construcciones prehispánicas localizadas a lo largo del mismo. Por esta razón, fue necesaria la intervención del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), para realizar trabajos de salvamento arqueológico en las estructuras que serían afectadas, ya que entre sus funciones tiene las de conservación e investigación del patrimonio cultural. Esta tarea fue realizada por personal del Centro INAH Yucatán en los meses de septiembre de 2001 hasta febrero de 2002.

En el presente trabajo se dan a conocer los resultados de esta investigación, sus aportaciones, así como la importancia que tiene la arqueología de salvamento, ya que gracias a estas intervenciones podemos recuperar valiosa información sobre todo en áreas donde son escasos los proyectos de investigación arqueológica, por lo que los resultados contribuyen a incrementar la información referente al patrón de asentamiento de las poblaciones mayas; lo que podría ser utilizado en futuras investigaciones.

Figura 1. Localización del tramo carretero (Comisión Vías terrestres 2001)

Antecedentes

El área donde se realizaron los trabajos de salvamento arqueológico formó parte del cacicazgo Cupul (Roys, 1957), una de las regiones más extensas y de la cual se conoce poco. Es escasa la información histórica de Tunkás y Quintana Roo, Yucatán, sin embargo, existen algunas referencias coloniales sobre el primer poblado: una de estas noticias está citada en el libro Población y encomienda en Yucatán bajo los Austrias, donde se menciona que “...en 1664, por cédula de 8 de septiembre, se concedía a don diego de Carballido y Losada, caballero de la Orden de Santiago, secretario de su Majestad...y Oficial mayor de la Secretaría del Consejo de Indias de la parte de nueva España, 500 ducados de renta con cargo a las encomiendas vacantes de Yucatán... A cuenta de dicha merced se concedieron en 1665 a su hija doña María de Carvallido y Zurita 322 pesos, 4 tomines de la economía de Tixiol y Tunkás en el asiento de Acanceh...” (García, 1978: 308).

Para el siglo XVIII, en el año de 1735, aparecen como encomenderos de Tunkás Diego Ramón del Castillo, Doña Juana y Doña Baltasara de la Cámara (García, 1972: 138). En 1821 aparece en el censo, en el lugar dieciséis del listado como “...pueblo de Tunkas y su comarca...” (Rodríguez, 1985, tomo I: 67) perteneciente al partido de Valladolid. En este mismo texto se proporcionan algunos datos del pueblo y su jurisdicción, apareciendo como cabecera de cinco sitios, trece ranchos y quince haciendas, con un total de 3,781 habitantes (Rodríguez, 1985: 85). Puede afirmarse que su población era considerable ya que en las primeras décadas del siglo XIX tuvo ayuntamiento (1821) y alcaldes municipales (1846), por lo cual es posible afirmar que fue uno de los primeros municipios. Ya para el año 1837 pertenecía al Distrito y Partido de Izamal (Rodríguez, 1986: 46), bajo cuya jurisdicción se mantuvo por largo tiempo, hasta el año de 1905 que fue trasladada al Partido de Espita (Rodríguez, 1986: 179).

Al actual poblado de Quintana Roo, Yucatán, originalmente se le conoció como rancho Labchén, perteneciente a la jurisdicción del municipio de Dzitás, concediéndosele por decreto la categoría de pueblo el 4 de septiembre de 1879, para perpetuar la memoria del eminente yucateco Don Andrés Quintana Roo. Para 1896, el poblado de Quintana Roo deja de formar parte del municipio Dzitás y se anexa al de Cenotillo (Rodríguez, 1986: 163, 166). Para 1905 queda bajo la jurisdicción de Partido de Espita (Rodríguez, 1986: 179) y en el censo de 1910 reaparece nuevamente como parte del municipio de Dzitás. En el año de 1931, se le otorga la categoría de municipio libre (Rodríguez, 1991: 60, 106).

Entre los escasos trabajos arqueológicos de prospección que se han realizado en el lugar, se encuentran los del proyecto Cupul, llevado a cabo a finales de los ochenta (Andrews et al, 1989: 91-95); a través de éste, se detectó nuevos asentamientos prehispánicos de rango IV en los alrededores del poblado de Quintana Roo, Yucatán, (figura 2), que son: al norte, el sitio llamado Kaxek, 16 Q d(9):96 y al poniente el sitio conocido como Santa Rita, 16 Q d(9):97.

Durante los trabajos de prospección realizados en esta carretera, se localizaron dos nuevos grupos habitacionales prehispánicos y un sitio fuera del trazo, ubicándolos con GPS. Al primero de aquéllos se le conoce como Dzuiche1 y a segundo como Múulk’isin2. El grupo Dzuiche forma parte de un asentamiento satélite del sitio Tunkás, ubicado dentro de la población del mismo nombre. El otro grupo habitacional se encuentra entre dos centros prehispánicos mayores, Kocil, que se halla en la parte noroeste y Kaxec en la parte noreste (ver figura 2); ambos sitios presentan características constructivas similares.

El sitio Kocil3 está fuera del nuevo trazo carretero y no se encuentra registrado en el Atlas Arqueológico; se halla aproximadamente a 7 km al noreste sobre la carretera de Tunkás y a 1.5 km al norte de la misma, cerca del rancho “Ebalam”. Este asentamiento por el número de estructuras y sus características arquitectónicas podría clasificarse como un sitio de Rango III (Burgos y Estrada, 2001).


Figura 2. Ubicación de los sitios arqueológicos


Los trabajos arqueológicos

Durante el mes de septiembre del año próximo pasado se iniciaron los trabajos del salvamento arqueológico en el nuevo eje carretero; algunos de los objetivos planteados en esta investigación fueron: conocer la distribución espacial de las unidades habitacionales, sus características constructivas y arquitectónicas, así como las de su periferia. De la misma manera se propuso la obtención de información sobre su cronología preliminar, para poder inferir las relaciones socioeconómicas entre éstos y otros sitios de la región.

El método aplicado en este salvamento es el que se ha utilizado en otros  trabajos de investigación: registro detallado de los datos y los materiales arqueológicos recuperados durante el proceso de liberación de las estructuras seleccionadas como nuestro universo de estudio, y rescate de la mayor cantidad de datos, para su posterior análisis e interpretación.

Para esto se utilizó diferentes técnicas arqueológicas que nos permitieron maximizar el tiempo y los recursos (figura 3). La muestra de estudio comprendió una franja de 12 km 870 m cuya topografía está conformada por depresiones, rehoyadas y cenotes, localizándose 21 estructuras durante la prospección arqueológica de las cuales 13 están dentro del derecho de vía, pertenecientes a dos grupos de asentamientos arqueológicos catalogados como de rango IV (Garza y Kurjack, 1980). De esas estructuras, 11 serían afectadas y desmanteladas, mientras las dos restantes quedarían protegidas, por haberse reducido el derecho de vía al momento de la construcción de la nueva carretera.


Figura 3. Estructuras arqueológicas ubicadas en el nuevo tramo carretero INAH

Las estructuras arqueológicas estudiadas presentaron características similares en su construcción. En primera instancia, trataremos de las que fueron edificadas con muy poca inversión de fuerza de trabajo hasta aquellas construcciones que necesitaron alguna planeación previa. Entre las estructuras menos complejas están los cimientos y las nivelaciones, a medida que éstas cambien de características específicas y aumenten dimensiones, implica que hubo mayor inversión de fuerza de trabajo. Ambas clases de construcciones varían en forma, distribución y dimensiones.

Las nivelaciones son básicamente el aprovechamiento al máximo de las elevaciones naturales del terreno, acondicionándolas de tal forma que se obtiene una superficie homogénea y que en algunos casos, presentan muros de contención de piedras toscamente trabajadas, a manera de retén en uno o dos de los lados. Mientras que la parte superior está conformada por piedras pequeñas denominadas chi’ich. La función principal de estas construcciones era proporcionar un área propicia para la edificación de habitaciones, así como para delimitar espacios de interacciones entre los habitantes.

Los cimientos, como se conoce en la literatura arqueológica, resultan ser una típica unidad habitacional donde los vestigios nos indican casas construidas con materiales perecederos, sobre nivelaciones, quedando solamente representadas por hiladas de piedras, con diferentes características, formas y dimensiones (figura 4).


Figura 4. Vista general de la estructura 10

Otra clase de construcción localizada en la muestra fue el basamento (figura 5). Estas son edificaciones más elaboradas, ya que poseen un área definida y delimitada por muros de piedra que funcionan como retenes del relleno constructivo. Cumplen la misma función que las nivelaciones y en la mayoría de los casos fueron construidas de la misma manera, utilizando los accidentes de la topografía, en especial los afloramientos rocosos.



Figura 5. Detalle del muro sur del basamento de la Estructura 9

En estas edificaciones se refleja una mayor organización en el trabajo, un incremento en la inversión de horas-hombre en la construcción y una cierta estratificación social entre sus ocupantes. Las habitaciones que se encuentran en la parte superior son más complejas y mejor elaboradas. En primera instancia, las edificaciones marcadas sobre el nuevo trazo carretero como Estructuras 1 y 2 son consideradas parte de la periferia del sitio arqueológico de Tunkás.

El grupo Dzuiche está conformado por 10 nivelaciones prehispánicas construidas sobre elevaciones naturales; aquéllas se encuentran rodeadas de rehoyadas hacia el poniente, oriente y sur, así como de un área de kankabal. De todas ellas, una fue dañada por la maquinaria cuando se realizó los trabajos de construcción de la carretera anterior. Las estructuras prehispánicas intervenidas como muestra en este grupo satélite del sitio de Tunkás fueron las denominadas con los números 3-8.

Al oriente del grupo Dzuiche están las Estructuras 7 y 8, en donde se puede observar una drástica disminución en la densidad de las estructuras habitacionales, localizadas sobre el nuevo trazo carretero. Esto nos podría indicar los límites reales del grupo, ya que entre las Estructuras 8 y 9 existe una distancia mayor a 4 km sin la presencia de unidades habitacionales, lo que claramente separa a estos dos grupos.

Las cuatro pequeñas nivelaciones restantes que conforman el grupo están fuera de la nueva vía de comunicación.

Cabe mencionar que a 2.5 km, aproximadamente, del grupo Dzuiche se encuentra una caverna, que está en el extremo oriente de una rehoyada y se caracteriza por tener dos cuerpos de agua en su interior. Aquélla es conocida por los lugareños con el nombre de San Antonio, la cual jugó un papel importante en la obtención de agua para este grupo habitacional, ya que en el interior se recuperó material cerámico de tipos y formas domésticas, y probablemente también fue importante dentro de la cosmovisión prehispánica.

El otro grupo localizado en nuestra muestra fue denominado Múulk’isin, ubicado cerca del actual poblado de Quintana Roo, Yucatán. Este se encuentra conformado por nueve estructuras de diversas características, entre las cuales llaman la atención dos basamentos bien elaborados. Este pequeño grupo se halla construido a orillas de una depresión natural. De él se intervinieron dos estructuras de menores dimensiones cuyas características corresponden a cimientos de estructuras de materiales perecederos, marcados con los números 10 y 12, por estar localizadas sobre el trazo de la obra. En este grupo se modificó el espacio del derecho de vía, con el fin de proteger y conservar las estructuras marcadas como 11 y 13.

Las estructuras con mayor grado de elaboración en todo el trazo carretero son las estructuras designadas con los números ­­94 (figura 6) y 115 que quedan comprendidas dentro del grupo Múulk’isin. Estas edificaciones pueden ser clasificadas como basamentos compuestos con construcciones superiores (Sierra, 1994: 39) de forma cuadrangular y con lados bien definidos. Sobre la superficie de éstas fueron halladas evidencias de cimientos de varias construcciones domésticas de materiales perecederos, de formas rectangulares así como algunos fragmentos de metates para la molienda de granos. Estas edificaciones formaron probablemente parte de una unidad doméstica estratificada.


Figura 6. Planta y corte de la estructura 9

Presentan en sus muros un mejor acabado y la distribución del espacio está más sistematizada, sus cimientos están mejor elaborados, lo cual nos indica una mayor inversión de fuerza de trabajo en la edificación así como probablemente un mayor estatus social.

Ambas estructuras contaban con sus propios sistemas de almacenamiento de agua pluvial o cisternas (chultunes), aunque no se descarta la posibilidad de que algunos de estos depósitos hubieran sido utilizados para el almacenamiento de granos.

Sabemos que para la elaboración de los sistemas hidráulicos de almacenamiento se requería una mayor fuerza de trabajo, ya que fueron excavados en la roca natural (Zapata, 1989: 124-25).

A 10 m al sureste de la Estructura 11 fue posible detectar una cantera prehispánica para la extracción de materiales para construcción.

Las cuatro estructuras menores restantes que conforman el grupo Múulk’isin son pequeñas nivelaciones y cimientos de casas habitación, las cuales quedaron fuera del nuevo trazo carretero.

Los materiales arqueológicos


Figura 7. Pendiente de caracol zoomorfo, recuperado en la estructura 4

Entre los elementos arqueológicos recuperados en el salvamento se encuentran fragmentos de obsidiana, puntas de pedernal, cuentas de jade, así como un pendiente de caracol con la representación zoomorfa de una probable tortuga (figura 7). Del material cerámico se recolectó y analizó un total de 8,839 tiestos producto de la excavación de once estructuras (ver Tabla general de tipos cerámicos presentes).

Las piezas cerámicas recuperadas completas fueron siete vasijas; dos fueron halladas en la Estructura 8, la primera pieza se recuperó junto al muro de contención del lado norte, a unos 80 cm de la superficie cuya forma corresponde a un cajete trípode del tipo cerámico Say Pizarra, variedad: Say, perteneciente al Clásico Tardío (600-800 d.C.). Mientras que la segunda vasija se halló cerca del muro de contención del costado sur a unos 50 cm de la superficie y corresponde a una olla del tipo Chumayel Terminal (800-1000 d.C.). Las cinco piezas restantes pertenecen a una ofrenda recuperada en la Estructura 9, en un pequeño nicho adosado en el costado oeste del muro constructivo de retención, formado de piedras burdamente labradas y sellada por una capa de estuco a unos 65 cm de la superficie. La ofrenda consistió en tres ollas y dos tapas; la primera olla pertenece al tipo Conkal Rojo variedad: Conkal, el cual está fechado para el Clásico Tardío (Smith, 1971: 134); las dos ollas restantes y las tapas corresponden al tipo cerámico Batres Rojo, las primeras a la variedad: Modelada y las últimas a la variedad Batres. A este tipo cerámico se le ha ubicado tradicionalmente para el Clásico Temprano (Smith, 1971: 133) aunque se ha reportado en contextos estratigráficos un poco más tardíos en el sito de Coba, donde este tipo es muy abundante, dentro del Complejo Palmas (550/600-700/730 d.C.) (Robles, 1990: 139) y asociado con cerámica Tepeu 1 (Brainerd, 1958: 10).

figura 8. Olla monocroma roja del tipo Batres Rojo, recuperado en la Estructura 9

Por lo tanto, esta ofrenda se puede fechar entre finales del Clásico Temprano y principios del Clásico Tardío. Cabe mencionar que en el interior de ambas ollas del tipo Batres Rojo (figura 8) durante el proceso de limpieza fueron recuperadas cuentas de jade y una de caracol (Figura 9). Además se observó algunos pequeños fragmentos de huesos de animal, sin relación anatómica entre ellos. El material óseo es de color blanquecino, se trata principalmente de huesos largos; algunos de ellos presentan en sus extremos un grado considerable de fracturas y retorcimiento producto de la exposición a altas temperaturas. El color blancuzco de los huesos es un claro indicio de que el o los animales utilizados para este propósito fueron sacrificados, ya que estos cambios en la capa cortical suceden cuando los huesos han sido expuestos al fuego directo hasta quedar negros y/o blancuzcos (Burgos et al, 2002: 243).

Por medio de la cerámica recuperada en las excavaciones de dichas estructuras se pudo identificar tiestos correspondientes a nueve períodos culturales que van desde el Preclásico Medio hasta el Moderno, aunque de este último solo se recuperó fragmento de loza blanca.


Figura 9. Cuentas de jadeita y concha procedente de la Ofrenda 1, estructura 9.

Preclásico Medio (700-300 a.C.) representado con el 2.25% del material total recuperado. Este período se estableció con los grupos Juventud, Dzudzuquil, Almeja y Kin. El grupo Juventud se ha reportado en muchos sitios del área maya; en cambio los tres últimos sólo se han reportado en el norte de la Península de Yucatán.

La cerámica más abundante de este período fue la del grupo Kin que está fechado entre 450-350 a.C., al igual que el grupo Almeja (Andrews, 1988: 53).

La cerámica de este período sólo se recuperó en el grupo Dzuiche, el cual está conformado por seis estructuras, de las cuales la 4, 5, 6 y 8 arrojaron una cantidad considerable de cerámica del Preclásico Medio con el 2.84%. En tanto que en la Estructura  9 del grupo Múulk’isin tuvo el 1.63%, significando que para finales de este período ya estaba ocupado este lugar, quizá por pequeños grupos de población.

Preclásico Superior (300 a.C. – 50 d.C.) representado por el 0.67% del total recuperado y establecido por los grupos Saban, Sierra, Flor y Ucu; siendo el tipo Sierra Rojo el más abundante para este período y el más difundido en casi todos los sitios del área maya. los grupos Saban y Ucu han sido reportados en numerosos sitios del norte de la península de Yucatán.

Toda esta cerámica encontrada era de uso doméstico ya sea para preparar, almacenar o servir los alimentos.

Igualmente este período sólo fue reportado en el grupo Dzuiche con el 1.02% y en la Estructura 9 del grupo Múulk’isin con el .017%.

Protoclásico (50 – 250 d.C,) representado por el 15.97% constituye el tercer período con mayor frecuencia cerámica del total recuperado. Está establecido por los grupos: Sabán, Xanaba y Tipikal, siendo los tipos más frecuentes el Chancenote Estriado y el Xanaba Rojo. El primer tipo tienen una cronología que abarca desde el Preclásico Medio hasta el Clásico Temprano (Smith, 1971; Ball, 1978; Simmons, 1980; Andrews, 1988) y es muy abundante, al igual que el Xanaba Rojo, en el occidente y centro de Yucatán. En cambio, el grupo Tipikal, aunque se reporta en varios sitios del norte de la península, está representado y es más abundante en Mérida, así como en sus alrededores: Dzibilchaltún y Acanceh. La mayoría de las formas de estas vajillas eran: ollas, cazuelas y cajetes, todos en uso culinario.

Este período tiene su más alta frecuencia cerámica en las Estructuras 1y 2 situadas en  la periferia del sitio Tunkás 16Qd(8):77 que reporta la cerámica más temprana para este período con el 29.89% y constituye la segunda frecuencia en el grupo Múulk’isin con el 17.42%.

Los datos permiten inferir que estos asentamientos tuvieron una gran ocupación y probablemente fueron erigidas sus primeras importantes construcciones.

Clásico Temprano (250 – 600 d.C.) representado por el 5.25% del total recuperado y establecido con los grupos: Oxil, Saban, Maxcanú, Balanza, Carolina, Huachinango y Timucuy. Los tipos más abundantes fueron el Elote Estriado Impreso del grupo Oxil y el Maxcanú Ante, del grupo del mismo nombre, encontrándose abundantemente en el occidente de Yucatán principalmente, en Oxkintok y sus alrededores (Varela, 1994: 118, 122; Pool, 1997: 98, 112).

En el grupo Saban la variedad Chiquilá del tipo Chancenote es una cerámica muy abundante en la costa norte y este de Quintana Roo y en el centro de dicho estado (Ball, 1978: 114; Robles, 1990: 57) en tanto que es centro de dicho estado (Ball, 1978: 114; Robles, 1990: 57) en tanto que es muy escaso en el occidente y centro de Yucatán.

El grupo Carolina se ha reportado con mayor frecuencia en la costa, noreste de Yucatán y de Quintana Roo, por lo que se presume que es una cerámica propia de esta región (Peraza, 1993: 69).

El grupo Balanza pertenece a la vajilla Peten Brillosa que es muy común encontrarla en sitios del Petén mientras que es muy escaso en el norte de la Península (Smith y Gifford, 1966: 171).

Por lo tanto, durante esta época se puede decir que estos asentamientos tuvieron algún tipo de relación o influencias con las costas noreste y este de la Península de Yucatán, así como también con el centro y oriente de Quintana Roo. Además continuaron sus relaciones con el occidente de Yucatán.

La cerámica de este período está mejor representada en los grupos Dzuiche (5.97) y Múulk’isin (4.76%) aunque se observa un considerable descenso de este material en comparación con el período anterior. Esto no necesariamente significa una baja en la actividad o en la ocupación, sino que muy probablemente hubo una continuidad en la producción y uso de la cerámica del período anterior.

Clásico Tardío (600 – 800 d.C.) representado por el 13.81% y establecido por los grupos Katil, Batres, Arena, Conkal, Kinich, Hunabchen, Kanachen, Chuburná, Chablekal y Dzityá.

El grupo Batres ha sido reportado en varios sitios de la península (Smith, 1971: 32) pero es más abundante en la región de Cobá por lo que muy probablemente se manufacturaba en algún lugar cercano a dicho sitio (Robles, 1990: 139).

El grupo Arena es una cerámica propia de la región norte de Quintana Roo de principios del Clásico Tardío (Robles, 1990: 149).

Los demás grupos son más representativos y abundantes en el oeste, centro y sur de Yucatán.

Por lo tanto, continuaron las mismas relaciones o influencias del período anterior pero especialmente con el oriente de Quintana Roo.

Este período, en el grupo Dzuiche, con el 14.68%. ocupó el segundo lugar con más alta frecuencia cerámica, por lo que podemos inferir que es para esta época cuando inicia el auge de este grupo de estructuras, que continuó hasta el Clásico Terminal. Pero no sucede lo mismo en las estructuras periféricas de Tunkás, donde la cerámica de este período representó tan solo el 5.16% y en el grupo Múulk’isin, 13.92% un poco menor que en el grupo Dzuiche.

Es en la Estructura 9 del grupo Múulk’isin donde fue hallada una importante ofrenda de principios de este período y donde mayor cantidad de material cerámico fue recolectado de todas las estructuras intervenidas en este salvamente. Además es la más distante y está clasificada como una plataforma habitacional.

Clasico Terminal (800 – 1000 d.C.) contó con el 23.11% de total recuperado y es el primero con mayor frecuencia cerámica. Es establecido por los grupos Chum, Muna, Ticul, Teabo  y Altar o Balancan.

La pizarra Muna se halla abundantemente en todos los sitios del norte de la Península de Yucatán y en nuestros sitios esta cerámica tiene un acabado de superficie y pasta, iguales a los de Izamal y a los de la región del Puuc. Aunque sus formas son reminiscentes a las de la Esfera Sotuta, por lo que su manufactura posiblemente está en la región central de Yucatán. Esto probablemente también ocurre en la vajilla Pizarra Delgada y en la vajilla Puuc Roja.

La cerámica naranja fina recolectada no pudo ser asignada a un grupo específico Altar o Balancan, ya que los fragmentos son muy pequeños. Estos constituyen vajillas de comercio y son reportados en casi todos los sitios del área maya.

El origen de la Pasta Fina Altar no está bien definido, pero se presume de algún lugar dentro del área que comprende el sureste de Chiapas y este de Tabasco, sur de Campeche, oeste de Belice y Alta Verapaz en Guatemala (Smith, 1958: 151) La Naranja Fina Balancán parece provenir de algún lugar del este de Tabasco, posiblemente de la región de Jonuta-Tecolpan o al suroeste de Campeche cerca de los Guarixes (Smith, 1971: 19).

Este período es el primero con mayor frecuencia cerámica en el grupo Dzuiche (26.22%), lo que significa que dicho grupo alcanzó su máximo apogeo durante el clásico terminal, ocupando el segundo y tercer lugar en frecuencia cerámica en las estructuras periféricas de Tunkás (27.05%) y Múulk’isin (16.92%) respectivamente. Por lo que podemos inferir que los asentamientos cercanos a Tunkás y posiblemente el sitio mismo hayan tenido un gran resurgimiento o auge durante el Clásico Terminal, aunque un poco menor al que tuvieron en el Protoclásico.

Posclásico Temprano (1000 -1200 d.C.) representado por el 18.09% del total recolectado, es el segundo en frecuencia cerámica y establecido con los grupos Sisal, Dzitás y Dzibiac.

Dichos grupos cerámicos son los más abundantes en el sitio de Chichén Itzá y sus alrededores y pertenecen a la Esfera Sotuta. Aquéllos son muy escasos en el occidente y oriente de la Península de Yucatán. En cuanto a forma, son muy similares a los de la Pizarra Muna, presente en nuestras estructuras así como en Izamal, por lo que parecen ser copias de éstas.

Es el período con más alta frecuencia cerámica en el grupo Múulk’isin (25.97%) y es la época en que este grupo alcanza su máximo esplendor. Ya se observa una fuerte y estrecha relación con el sitio de Chichén Itzá, principalmente las Estructuras 10 y 11, las cuales tuvieron cerámica, en su mayoría, semejante a la de dicho sitio, lo que posiblemente significa relaciones más cercanas con ésta área.

En cuanto a los otros dos grupos se observa una considerable disminución de cerámica del Posclásico Temprano con el 14.59% para Tunkás y 13.97% para Dzuiche.

Posclásico Tardío (1200 – 1500 d.C.) representado por el 7.60% y establecido con los grupos: Navula, Mama y Kukula. Estos tres grupos están contenidos dentro de la esfera Hocabá fechada entre 1200 y 1300 D.C. (Smith, 1971: 135), es decir para principios del Posclásico Tardío. Pero los grupos Navula y Mama continuaron hasta la colonia. Estos grupos son muy abundantes en el noroeste de la Península de Yucatán en la región cercana a Mayapán, aunque se hallan distribuidos en todo el norte de la Península.

Este período representa la última ocupación prehispánica, observándose una considerable disminución de esta cerámica en los tres grupos habitacionales, lo que reflejaría un decaimiento de actividad y de ocupación.

La gran mayoría de la cerámica recolectada en estás once estructuras, las cuales corresponden a construcciones habitacionales, fue de uso doméstico, ya sea para preparar o almacenar alimentos, así como para servirlos.

Las ofrendas encontradas en la Estructura 9 del grupo Múulk’isin, nos indican que está plataforma fue habitada por una  o varias familias que mantenían lazos con la región septentrional de la Península, así como con las fuerzas económicas-políticas de sus capitales regionales. 



Comentarios finales

El crecimiento de las ciudades, de las poblaciones y en general el desarrollo económico, social y turístico del Estado ha provocado la necesidad de obras de infraestructura que ponen en peligro la conservación del patrimonio cultural. Por esa razón es importante  que exista una coordinación entre las distintas instituciones  que llevan a cabo dichas obras y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que es el encargado de realizar salvamentos arqueológicos que permiten recuperar valiosa información.

La importancia de la arqueología de salvamento, consiste en la recuperación de la mayor cantidad de información en el menor tiempo posible, ya que los vestigios prehispánicos se ven amenazados por la destrucción ocasionada por el desarrollo, así como por las condiciones naturales y el paso del tiempo.

Los datos obtenidos ayudarán a complementar el Atlas Arqueológico del estado de Yucatán, al incorporar lo sitios reportados en este trabajo en este trabajo en el banco de información de la Dirección de Registro Arqueológico. También se obtuvo nueva información relacionada por la cerámica recuperada en estas estructuras y su interacción con sitios arqueológicos circundantes.

Los vestigios arquitectónicos de todas las estructuras intervenidas corresponden a unidades habitacionales, lo que se corrobora por la cerámica, ya que en su mayoría corresponde a formas y tipos de uso doméstico.

Con base en el material cerámico, se observó que las tradiciones cerámicas presentes en las estructuras tuvieron y mantuvieron influencias del norte y occidente de Yucatán así como también del oriente de la península. Cerámica característica de Chichén Itzá también se identificó en todas las construcciones, pero en mayor proporción en las Estructuras 9, 10 y 11, lo que tal vez se deba a que geográficamente están más cercanas a dicho sitio y por lo tanto, posiblemente, fue un área que estuvo bajo su dominio o influencia.



Agradecimientos

Agradezco los acertados comentarios de las arqueólogas Yoly Palomo y Sylviane Boucher, así como al historiador Edgar Santiago por la información proporcionada. De la misma manera a la arquitecta Emyly González por la revisión final de este trabajo.

 Este material apareció publicado en: Temas Antropológicos, 2002. [Vol. 24, núms. 1 págs. 82 - 105]
Rafael Burgos Villanueva, Sara Dzul Góngora
Luis Pantoja Días y José Estrada Faisal


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