miércoles, 24 de mayo de 2017
Los cenotes de Mérida y sus alrededores
Introducción
El sitio en el que ahora se ubica la capital del estado de Yucatán está sobre los vestigios de una sociedad indígena que moraba en la antigua T’hó. Los primeros edificios que los españoles construyeron después de la fundación de Mérida se hicieron con las piedras de los antiguos templos mayas. El paulatino crecimiento de la urbe ha permitido descubrir más de 100 sitios arqueológicos considerados parte de la ciudad prehispánica que antecedió a Mérida.
Los estudiosos de la arqueología regional estiman que T’hó alcanzó su esplendor en al período posclásico. Los vestigios encontrados hacen pensar que fue un centro importante de población a pesar de que, en el tiempo de la llegada de los españoles, no estaba en su mayor esplendor. Se estima que una concentración humana, para llegar a la magnitud que alcanzó T’hó, requirió del aprovechamiento eficiente de los elementos del entorno natural.
La sociedad y el agua
Las evidencias que van encontrando las disciplinas antropológicas indican que los antiguos mayas usaban los recursos naturales disponibles en las cuevas. Ciertamente los mayas utilizaron la arcilla de los yacimientos subterráneos para la elaboración de objetos usados en su vida cotidiana; algunas cuevas fueron aprovechadas como canteras de donde extraían una especie de polvo pétreo llamado sascab y parte de las piedras que habrían de servir para la construcción de los edificios. Sin embargo, el recurso más buscado dada su vinculación con la supervivencia de la sociedad fue el agua.
La antecesora de Mérida, se encontraba situada en un lugar privilegiado en cuanto a la accesibilidad de las fuentes de agua. Se considera que en el área del asentamiento existían abundantes cuevas con depósitos del líquido vital o cenotes abiertos que dieran sustento a la población de ese tiempo.
La lectura de las crónicas coloniales indica que las cuevas eran también utilizadas para realizar ceremonias agrícolas, como sitios de cacería y espacios de expresión del arte rupestre. La infinidad de los vestigios materiales hallados en su interior sugieren la presencia de una sociedad altamente desarrollada antes de la llegada de los europeos.
Desde la fundación de las ciudades mayas en el preclásico puede darse por cierto que la relación entre la disponibilidad de agua y el asentamiento humano era muy fuerte, pero la manera de aprovecharla socialmente era lo que habría de cambiar en forma radical, al igual que otros aspectos, al consumarse la conquista de lo que ahora es Yucatán.
Es posible que los primeros cenotes y cuevas de Mérida hayan desaparecido para ceder a la traza urbana o por la necesidad de un uso específico del espacio. Este sería el caso del cenote de la Catedral, ficción o tal vez realidad, que hasta hoy se comenta entre los historiadores de la ciudad. Este cenote habría sido cubierto para poder construir el principal centro católico sobre él.
Por medio de la tradición oral se conocen hechos similares respecto a la clausura de cenotes y grutas. Lo cierto es que hoy día, en muchas comunidades del medio rural vemos que los cenotes están en pleno centro de la población y de hecho en Mérida hay noticias ciertas de casas y calles construidas sobre cuevas.
La construcción de otros edificios públicos y privados hicieron que algunos cenotes fueran clausurados pero también permitió la conservación de otros. Por esto todavía podemos visitar en casi en el centro de Mérida algunos de los que fueron salvados.
Los españoles trajeron formas distintas a las que usaban los mayas para la obtención y almacenamiento del agua. Alguna estrategia tendrían que utilizar para evitar que el líquido vital les faltara. Por ejemplo los franciscanos construían sus norias sobre los cenotes y de paso lograban realizar su política de congregación de indios en torno a la fuente de agua. La convivencia entre pueblo y clero favoreció también el control político y la evangelización. Las grandes estancias ganaderas y más tarde las haciendas ocuparon los cenotes pues también requerían del agua en grandes proporciones tanto para los animales como para los trabajadores y sus familias. Poco a poco los pozos, aljibes y sistemas de riego, artificios técnicos provenientes de España fueron variando la manera de aprovechar los cenotes.
Al terminar el período colonial el aumento demográfico de Mérida demandaba mayores cantidades de agua y fuentes que la proveyeran. No sólo se multiplicó el número de pozos sino que se habrían hecho más eficientes las técnicas de obtención y almacenamiento del preciado líquido.
En los siglos posteriores se sumaron a las fuentes hidráulicas tradicionales los depósitos de agua de lluvia obtenida de las azoteas en las temporadas de precipitación y las veletas, mecanismos movidos por el viento para la extracción de agua de los pozos.
En las últimas décadas el uso de los motores eléctricos para la obtención del agua y la instalación de la red de agua potable en la ciudad, haría pensar que los cenotes fueron totalmente cubiertos por la infraestructura urbana y olvidados por los habitantes de Mérida. Por fortuna esto no sucedió.
Cenotes en Mérida
En las siguientes líneas haremos un recorrido por los principales cenotes que se conservan en las áreas centrales de la ciudad citando datos históricos y antropológicos que los caracterizan.
El Tívoli
Es una gruta de una sola bóveda inundada por un cuerpo de agua cristalino. Desde el siglo pasado ha servido para el disfrute de los vecinos y visitantes. Al paso del tiempo, los distintos dueños del predio donde se encuentra El Tívoli han respetado y conservado las buenas condiciones del cenote. Hace más de 20 años realizaron algunas modificaciones para facilitar el acceso y la permanencia en el interior.
Actualmente en torno a la cavidad se encuentra en el Instituto Comercial Bancario, en el cruce de las calles 62 por 45. Para conocerlo sólo hay que pedir permiso a las autoridades del Instituto quienes hoy día resguardan este interesante subterráneo de Mérida.
En Yucatán es frecuente escuchar que un cenote se comunica con otro por la vía subacuática. Como prueba de ello se narran incidentes en los que dice que objetos perdidos en un lugar aparecen en otro. El Tívoli no es la excepción, pues más de una persona asegura que esta cueva inundada se comunica con el cenote Huolpoch que está relativamente cercano y con otro que está en el Parque de las Américas, todavía más lejos.
Tulipanes
La expresión de la danza maya tiene un escenario magnifico en el cenote del restaurante Tulipanes. Desde muchos años, en cada noche se representa el sacrificio de una doncella maya al dios de la lluvia Chac, que sale del agua de este cenote en busca del corazón ofrendado por su pueblo. Pero el agua del cenote no sólo sirve para la advocación de dios de la lluvia; también se usa para llenar una enorme pecera que está en la discoteca-bar y para regar las áreas verdes de la parte superior del subterráneo. A pesar de estar ubicado no muy cerca del centro, calle 42 N° 462 x 43-A de la colonia Industrial.
Este cenote, que ha sido atractivo turístico de la ciudad por más de medio siglo, tiene una condición importante: no se permite nadar o bañarse en él. Quizá por esta disposición la fauna original de la cueva se ha conservado en plena zona urbana. La bóveda del cenote es iluminada de manera tenue pero suficiente para ver la belleza del agua, de la gruta y el arte de los jóvenes descendientes de aquellos mayas que siguen asombrando al mundo a través de sus obras.
Villa María
En corazón de una elegante colonia de Mérida, la García Ginerés, se encuentra en el jardín de una residencia un cenote que podría calificarse de afortunado. Desde hace cien años, los sucesivos propietarios han tenido el cuidado de proteger el cenote y de acondicionarlo con escaleras, pasamanos y pórtico al estilo neoclásico. Además tiene una iluminación interior que permite su disfrute a cualquier hora. Sus actuales propietarias, las Hermanas Misioneras de María Inmaculada, permiten la entrada de jóvenes escolares y turistas ocasionales. Cabe mencionar que este cenote es supervisado periódicamente por las autoridades encargadas de la higiene y salud las cuales reportan siempre magníficas condiciones sanitarias. La casa donde está el cenote recibe el nombre de Villa María y se encuentra en la calle 27 entre 20 y 22, número 202.
El cenote Huolpoch
Otro legendario cenote de Mérida es el Huolpoch, ubicado en el predio 510 C de la calle 39, justo en el cruzamiento con la 62-A. de acuerdo con una publicación de Luis Santiago Pacheco, en el año de 1876 el señor Felipe Contreras compró dicho terreno con el propósito de cultivar hortalizas. Cuando sus trabajadores limpiaban el pozo del lugar encontraron el cenote; el propietario animado por el hallazgo procedió a realizar las labores personalmente pero fue mordido por una serpiente que en Yucatán es conocida como huolpoch. De ahí el nombre del cenote que luego se le daría a los comercios cercanos creando así un punto de referencia para los habitantes de la ciudad.
Con la información directa de Gaspar Gómez Chacón supimos que en los años 40, el predio fue adquirido por su familia. Entonces el sitio se convirtió en una especie de piscina pública utilizada por los niños y jóvenes del rumbo. Alrededor de 1954 se instaló ahí una cantina muy especial, pues además de los parroquianos comunes, asistían al sitio miembros de la intelectualidad yucateca. Además los guías de turistas llevaban a sus clientes como parte del paseo citadino. Los extranjeros al ver el cuerpo de agua similar a las fuentes europeas tiraban monedas para atraer la buena suerte, tal como lo ordenaban sus costumbres. Los niños, hoy hombres ya maduros cuentan como se sumergían para rescatar esas monedas y guardarlas como recuerdos.
En los alrededores de la ciudad
Dzonot ich
Al sur de ciudad de Mérida se encuentra la Reserva Ecológica Cuxtal. Decretada en 1993 con el propósito de conservar y proteger, en un área específica del municipio meridano, los elementos de flora, fauna y otros que la naturaleza obsequió a la región. Quedaron comprendidos poco más de una decena de cenotes entre los que destaca el llamado Dzonot Ich (Cenote ojo). Las autoridades municipales han dispuesto en torno a este espléndido cuerpo de agua ubicado en la hacienda Dzoyaxché, las medidas para su conservación combinadas con actividades turísticas como caminatas en senderos, paseos en truck (vehículos de tracción animal usados desde el siglo pasado), equitación infantil y baños de piscina. Dzonot Ich es uno de los mejores ejemplos del aprovechamiento racional que puede tener un cenote en beneficio de la comunidad que los resguarda.
Kambul
Este cenote presenta dos rasgos muy distintos entre sí, pero que existen para fortuna de sus usuarios. Por una parte es un sitio popular porque a él acuden intensamente habitantes de la comisaría de Noc Ac y sus alrededores, incluidas las colonias de la Mérida. Por otra, Kambul es un cenote relevante en cuanto a los descubrimientos paleontológicos, pues en la profundidad de sus aguas azules científicos y espeleobuzos han encontrado restos fósiles de tiburones y sirénidos (manatí) cuya antigüedad se aproxima en los 12–13 millones de años. Kambul es una voz maya que corresponde al nombre de un ave silvestre de gran tamaño conocida en el idioma español como hocofaisán (Crax rubra).
Kambul provee un relato sobre su origen que es contado por los vecinos de Noc Ac. Se dice que hace mucho tiempo donde ahora está el cenote vivía un matrimonio el cual tuvo un sólo hijo. Cuando éste creció se casó y puso su casa en ese sitio. La madre del muchacho se quedó viuda y tuvo que depender de la ayuda de su vástago. Pero tiempo después el hijo le negó la ayuda a su madre. Molesta por esa actitud, la propia madre lo maldijo: “algún día te va a tragar la tierra”. Entonces un día se desfondó esa parte del terreno y se volvió cenote. Allí desapareció el hijo ingrato, su esposa y la casa donde vivían. El relato termina así: “si ustedes van a ver en el cenote todavía están los palos de la casa”.
Chen há
En la comisaría de Dzityá, al noroeste de la ciudad de Mérida hay un cenote ampliamente conocido con el nombre de Chen há (pozo con agua). Sus visitantes, tanto de la comisaría como de la ciudad gozaban de sus limpias aguas delimitadas por área de 15 metros de largo por 4 de ancho y 4 de profundidad aproximadamente, hasta que un día se instaló una granja porcícola a unos cuantos metros y el encanto se terminó.
Quienes conocieron este sitio, antes de la grave contaminación que la granja inflinge, dicen que las aguas eran bellísimas y mucha gente venía a recrearse. En una revisión hecha con el personal del Ayuntamiento de Mérida, descubrimos un panel con petroglifos prehispánicos que han resistido el embate del tiempo y los factores climáticos. Pese a las condiciones mencionadas algunos muchachos todavía se atreven a bañarse en sus aguas, en las que quedan algunos peces sobrevivientes a su holocausto. El actual estado de Chen há nos comprueba la incomprensión de algunas personas hacia estas antiguas joyas que fueron las fuentes de vida de la maravillosa cultura maya.
Xlakaj
A sólo 15 kilómetros al norte de la ciudad de Mérida se encuentra uno de los mejores ejemplos de la relación que tuvieron los cenotes con los sitios arqueológicos. Los estudios de arquitectura, astronomía y los patrones de asentamiento humano demuestran que Dzibilchaltún fue una de las ciudades más importantes del mundo maya prehispánico. En medio de sus augustos edificios se encuentra el amplio y profundo cenote Xlakaj (pueblo viejo). Desde 1956 ha llamado la atención de los arqueólogos y espeleobuzos quienes han encontrado en su interior piedras labradas, restos de cerámica y otros vestigios materiales que sugieren la posibilidad de que el cenote no solo era utilizado para el aprovisionamiento de agua, sino también tenía el carácter de centro ceremonial.
Las últimas investigaciones revelan que desde el punto más profundo de la cavidad, entre los 50 y 60 metros se inicia una especie de gran túnel de 1300 metros de largo en dirección a la costa norte; esto significa que Xlakaj es la caverna inundada más larga del Estado de Yucatán conocida hasta la fecha.
Carlos Augusto Evia Cervantes
Fotografía: Fátima Tec Pool
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