Introducción
Los seres humanos han dependido de la naturaleza que le proporciona lo necesario para satisfacer tanto las necesidades prioritarias como aquellas que no lo son. Se establece, por ende, una interrelación estrecha entre la sociedad y su entorno natural. En esta relación se ve reflejada a su vez, en la diversidad sociocultural que distingue a los grupos humanos, es decir, en las distintas formas que existen, y han existido, de establecer vínculos, de apropiarse y manejar el entorno natural. Estas distintas relaciones que se establecen con el medio ambiente se han concretado a lo largo del tiempo y el espacio.
Durante el siglo XX y en lo que va del actual, la interacción entre los grupos humanos y los entornos naturales han tenido como hecho recurrente un efecto negativo sobre las características biológicas de los nichos ecológicos. A tal grado se ha dado esta situación que se han visto alterados los ciclos naturalmente balanceados, afectando también la capacidad limitada de los diferentes ecosistemas de tolerar, absorber y regenerarse (Casasola, 1998: 13).
La naturaleza y sociedad resultan ser entes inseparables. La sociedad se apropia y maneja el medio natural para obtener los elementos que permitan su subsistencia, pero la naturaleza puede reaccionar de tal forma que condicione dicha apropiación y manejo. Cabe aclarar que el grupo humano, no sólo crea formas de organización para apropiarse del medio natural, sino que también configura un sistema de significados y valores que rigen la conducta y la misma forma de percibir la naturaleza.
Se pueden establecer dos tipos de apropiación del medio natural. El primero se refiere a la actividad desarrollada por el hombre a través del trabajo por el cual obtiene los insumos básicos para subsistir. El segundo tipo sucede a nivel ideológico, es decir, la manera en que la naturaleza es pensada y percibida por un grupo determinado. Sin duda, en estas dos formas de apropiación se ven reflejadas las características culturales y sociales de cada grupo humano.
Resulta entonces necesario acercarnos al estudio y comprensión de estas formas en que el ser humano se apropia de la naturaleza ya que constituyen un primer paso para abordar la problemática ambiental que envuelve al mundo actualmente. Sobre todo, a mi parecer, es importante conocer y comprender la manera en que las personas piensan y perciben su medio natural, ya que es lo que condiciona su manejo. A través de esto se pueden pensar y optar por acciones más adecuadas para incidir en la conservación del entorno natural.
En este trabajo abordaré específicamente el manejo de un recurso natural: los cenotes (denominación que expresa un regionalismo de la península yucateca, derivada de la palabra maya dzonot que significa ‘pozo’). Definidos como cavidades subterráneas formadas por medio del desgaste de la roca caliza por filtraciones de agua y que contienen un cuerpo de agua en su interior.
En la Península de Yucatán los cenotes han permanecido en gran medida inalterables en sus características biológicas y geomorfológicas. Sin embargo, al paso del tiempo, han cambiado las distintas formas en que la sociedad se ha apropiado de ellos. Cada una de estas formas supone una organización particular, pero también sistemas de significados y valores que sustenten y determinen la actividad de los seres humanos hacia este recurso. A continuación presento un recorrido histórico acerca de las formas en que la sociedad se ha apropiado de los cenotes, para darnos una idea de cómo estas han ido cambiando.
Apropiación del recurso a través del tiempo
Los cenotes han formado parte de las actividades de subsistencia y de la vida cotidiana de los habitantes de la región; a la vez, se han integrado a la cosmovisión de los grupos sociales que han vivido en esta región en distintas épocas.
Las investigaciones que se ocupan del periodo prehispánico en la región de la península de Yucatán han encontrado evidencias, entre muchos vestigios materiales, de las que se puede inferir el uso y las expresiones culturales de los antiguos habitantes de Yucatán. Incluso, hubo quien buscó en las cuevas los indicios que permitieran explicar el origen del hombre americano en esta parte del continente (Mercer, 1975).
Bolonchojol, Municipio de Cuzamá, Yucatán.
Fotografía tomada por: Alba Valdez
Se ha señalado principalmente los usos básicos de las cavernas y cenotes, los cuales se consideran potencialmente vigentes aún hoy en día (Montero, 2002). El abastecimiento de agua, el uso como abrigo y refugio temporal son funciones consideradas ‘perennes’ dado que han persistido hasta la actualidad con ciertas variaciones en su intensidad y alteraciones de carácter regional (Montero, 2002: 16-26).
Con base a lo anterior es necesario mencionar que si bien ocurren ciertos cambios con respecto a la apropiación de las cuevas y cenotes como espacios naturales, los diferentes usos y funciones no se excluyen entre sí. En el mismo espacio de un cenote puede hacerse un uso elemental, como sería la extracción de agua, y ser al mismo tiempo, un espacio depositario de símbolos sagrados.
Las investigaciones vinculadas con la cosmovisión de la sociedad maya han sugerido que las cuevas y los cenotes son considerados aun en la actualidad como lugares sagrados (Bonor, 1989: 17). Lo anterior se debe a que las grutas eran consideradas las entradas al inframundo y/o como espacio de morada de los dioses. Por lo tanto, en estos sitios se realizaban rituales relacionados con la fertilidad, el renacimiento y el culto a los dioses y ancestros (Awe, 1994: 196).
Otras funciones vinculadas a la ritualidad de las cuevas y cenotes es el abastecimiento de agua, no de índole utilitaria, sino para la obtención de agua virgen o sujuy ja que habría de utilizarse con fines ceremoniales por los antiguos mayas. Las actividades de función doméstica o utilitaria y las funciones ceremoniales no se excluyen dentro de una misma gruta, sino que se piensa que es la presencia o ausencia de las mujeres lo que da por sentado un contexto ritual o con fines utilitarios (Rissolo: 2002, 37-70).
Otras funciones realizadas en las cuevas fueron las siguientes: sitios de entierro, lugares de resguardo ofrendas y depósito de utensilios ceremonialmente desechados. Todas ellas llenas de un gran simbolismo.
En la época colonial las cavernas y los cenotes continuaron siendo utilizados como abastecedores de agua ya que eran las únicas fuentes de agua superficial. Dada esta situación, los agentes evangelizadores con el fin de convertir a los indígenas a la religión católica intentaron concentrarlos en poblaciones y evitar la dispersión de las mismas.
Los cenotes y norias fueron elementos estratégicos porque en ellos o cercano a ellos se levantaron iglesias, conventos o casas curales para que los indígenas, en su necesidad de este recurso vital, se acercaran a la templos católicos. Así, el control sobre el agua formó parte estratégica de la institución religiosa y, simultáneamente, para la consolidación de los pueblos de acuerdo con las características impuestas por los conquistadores (Santiago y López: 1991, 38).
Los cenotes, como se ha observado en este apartado, no son solamente recursos naturales que forman parte del paisaje del Estado de Yucatán, sino también sirvieron para configurar funciones más complejas como la de constituir un medio de control ideológico para la población indígena por parte clero evangelizador.
Los cenotes como recurso turístico
Durante las últimas décadas, sin embargo, los cenotes han pasado de ser fuente primordial de agua a ser utilizados como balnearios por visitantes ya sea de la misma comunidad o turistas nacionales y extranjeros (Evia, 2002: 8). Hoy en día podemos apreciar este fenómeno del aprovechamiento turístico tanto por las organizaciones de las comunidades rurales como por propietarios privados en cualquier parte de la península de Yucatán. Uno de los casos más conocidos es el cenote de Xkekén, en la comunidad de Dzitnup municipio de Valladolid, comunidad que ha hecho de este cenote su fuente principal de ingresos generados por el turismo que lo visita (Carlo, 2003: 83).
Ik kil, Municipio de Tinum, Yucatán.
Fotografía tomada por: Carlos Evia
Como he tratado de señalar en este apartado, un mismo recurso natural, que son los cenotes, los cuales a través del tiempo han permanecido física y morfológicamente casi inalterados, han sido utilizados para distintas funciones y sobre él se han igualmente configurado distintas percepciones ya sea como recurso utilitario, simbólico o como mercancía; esto último, en referencia a la actividad turística.
Lo anterior me hace pensar que el uso y la percepción que se tenga de los cenotes dependen de la naturaleza de los cambios culturales que acontecen en la sociedad en el decurso del tiempo.
Este creciente interés hacia los cenotes se entiende a través de los beneficios económicos que genera, ya sea a los particulares, comunidades o gobierno, dependiendo del régimen de propiedad que lo administre (Evia, 1997). Así, los cenotes son vistos como ‘riquezas’ ya que brindan ingresos económicos a sus usufructuarios. En contrapartida, se les concibe como ‘recursos ociosos’ o ‘desperdiciados’ sino son incluidos dentro de la actividad turística.
Muchos de los cenotes existentes, se ha declarado en prensa, están a la espera de ser ‘descubiertos’, (aunque sabemos que éstos son bastamente conocidos por los pobladores locales de la comunidad) y hacer de ellos recursos útiles en el desarrollo de la actividad turística.
Los cenotes han formando parte del paisaje natural de la Península de Yucatán desde períodos antiquísimos por lo que forman a su vez, como ya se planteó, parte de las creencias, costumbres y valores de la sociedad que los rodea. Estas configuraciones culturales se transforman de acuerdo a los cambios que experimenta la sociedad. Uno de estos cambios es la práctica de la actividad turística.
El interés turístico de los cenotes no es un fenómeno aislado, sino que cada vez ocurre con mayor frecuencia en diversos lugares de la Península de Yucatán. Por esta razón es conveniente estudiar y comprender el fenómeno en todos sus aspectos. Por ejemplo, puede ayudar a prevenir o remediar los conflictos que surgen a partir de su aprovechamiento, como los conflictos de interés político y económico. Un caso que ilustra perfectamente esta situación es el de Xkeken, en la comisaría de Dzitnup perteneciente al municipio de Valladolid.
Después de varias décadas de funcionamiento a cargo de los habitantes de esa comisaría, surgió un supuesto dueño, el cual compró a otro grupo de campesinos, los terrenos del predio donde se encuentra el cenote. El conflicto entre los dos grupos y el nuevo dueño, ha ocupado muchas notas de la prensa local (Sánchez, 2003). Otros conflictos similares se han reportado en distintas partes del Estado: en Chichimilá (Pech y Sánchez, 2004) y Chunkanán, comisaría de Cuzamá (Corresponsalías, 2004).
En todos los casos señalados se estima que las causas obedecen al nuevo uso que se le da a los cenotes y su consecuencia económica. Ello produce un cambio en las configuraciones sociales que antaño respondían a otras formas de apropiación y percepción social. Esta es la otra cara del turismo en los cenotes.
Promoción turística del recurso natural
Es a partir del año de 1997, durante el periodo del gobernador Víctor Cervera Pacheco, que se incluye dentro de la promoción turística nacional e internacional de Yucatán a las grutas y los cenotes como destinos turísticos. Se incrementa el número de cenotes usados como balnearios y se promueve la práctica del espeleobuceo, una nueva alternativa de aprovechamiento más sofisticada, muy diferente a lo tradicionalmente promocionado.
Cenote Sabak Ja, Municipio de Sacalum
Fotografía tomada por: Carlos Evia
El espeleobuceo, es decir, el buceo en cavernas, es una actividad que ha dado un impulso significativo al turismo en los cenotes. Primeramente se empezó a practicar por gente del propio Estado y se dio poco a poco a conocer a nivel nacional e internacional, ya que los cenotes además de conformarse por cavernas internas de gran belleza, son también depositarias de un gran valor arqueológico, paleontológico y biológico. Yucatán se convirtió entonces en sede principal para los diversos congresos internacionales sobre espeleobuceo, lo que también dio a conocer y promovió a los cenotes como recursos naturales únicos e inexplorados (Aguilar, 2001).
El gobierno tomó cartas en el asunto, primeramente a través de la Secretaria de Ecología del Estado, quien tenía a su cargo la elaboración de un censo por medio del cual se pretendía conocer la totalidad de cenotes existentes en los municipios, así como su clasificación dependiendo de la actividad(es) que en él pudieran realizarse. Por lo tanto, el Gobierno Estatal se ocupó en dotar de infraestructura como caminos, baños, estacionamientos en los cenotes ya conocidos. Parte de estas acciones se concretaron en un programa denominado “Circuito ecoturístico de cenotes” o “Ruta de los cenotes”.
La idea de que los cenotes sean concebidos como ‘riquezas naturales’ y por ello se consideren un factor importante para su aprovechamiento económico permite crear la expectativa de que el desarrollo de esta actividad logrará mejorar el nivel de vida de las comunidades.
Por esta razón, los cenotes, que han formado parte del paisaje natural de la península desde tiempos inmemorables, satisfaciendo necesidades y cumpliendo funciones esenciales para los seres humanos, ahora son concebidos como un recurso o ‘riqueza’ factible de ser explotada por medio del turismo. En consecuencia las instancias gubernamentales o particulares se han ocupado en habilitar los cenotes dotándolos de caminos o haciendo inversiones para implementar o mejorar la infraestructura para acceder a ellos.
Ideas finales
Resulta necesario cuestionar toda noción que se de por sentado acerca del turismo y/o ecoturismo, así como las repercusiones que a nivel social y ecológico pudiesen haber: ¿Cómo es este aprovechamiento turístico o ecoturístico de los cenotes? ¿Qué cambios genera dentro de la comunidad la actividad turística de los cenotes? ¿Cómo se han organizado para llevar a cabo dicha actividad?
Dada esta nueva actividad productiva vinculada con los cenotes ¿Cómo son percibidos actualmente por la gente local, la industria turística, el gobierno, los turistas? ¿Qué es lo que la gente de la comunidad piensa acerca del turismo de los cenotes? ¿Cuales son las repercusiones de la actividad turística en el nicho natural de los cenotes?
Kantun Chi, Municipio de Solidaridad, Quintana Roo
Fotografía tomada por: Fátima Tec
La importancia de la conservación de este recurso no debe soslayarse pues ellos son los depositarios del recurso más importante para la vida: el agua. En este sentido no está demás recordar que en Yucatán, los cenotes constituyen las únicas fuentes de agua dulce. El agua que se acumula en el manto freático subterráneo se encuentra distribuye a lo largo de la península desembocando finalmente en el mar. Pero antes ya habrá aportado su contribución para la vida de los pueblos, animales y plantas.
Las ciencias sociales, en particular la antropología, deben mantenerse como instrumentos de conocimiento y crítica hacia aquellos supuestos aun cuando se anuncien como benéficos para la comunidad. Es indispensable analizar las repercusiones que puedan tener estas actividades turísticas en cuanto a la afectación de la naturaleza y con respecto a la relación entre ésta y las necesidades de los grupos humanos. También debe encontrarse la mejor manera de aprovechar los recursos naturales disponibles y que, a partir de una perspectiva social, sea una actividad sustentable.
La realidad que nos rodea es dinámica y sus cambios son el resultado de procesos históricos, de constantes reinvenciones y aparición de múltiples posibilidades. Dentro de este proceso debemos procurar construir, en conjunto, una sociedad incluyente y a la vez respetuosa de las necesidades y de la diversidad cultural.
Licenciada en Antropología Social egresada de la Facultad de ciencias antropológicas de la Universidad Autónoma de Yucatán.
Alba Rocío Valdez Tah
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