LEYENDAS Y RELATOS DE
YUCATAN
LA CARRETA
Sucedió hace mucho tiempo en una pequeña carretera antes de llegar a un pueblo llamado Muna; por las noches las pocas personas que se atrevían a pasar por allá siempre escuchaban el ruido de una carreta jalada por caballos relinchando, pero nadie lograba verla por lo que esto provocaba un gran temor en los habitantes de los pueblos cercanos y debido a esto nadie se atrevía a pasar por allí en las noches.
Pero cierta ocasión el delegado de un pueblo cercano se vio en la necesidad de enviar un telegrama urgente a Muna, pero para llegar a dicho pueblo era necesario pasar por la carretera embrujada y como ya atardecía nadie se atrevía a ir por temor a ser asustados, ya habían pasado varias horas y el delegado estaba a punto de darse por vencido y no enviar el telegrama sino hasta el día siguiente en la mañana, pero de repente una voz aguardentosa se escuchó a lo lejos, era el borracho del pueblo el cual por unas botellas se ofreció a llevar dicho telegrama, no habiendo otra opción el delegado envió el telegrama con la condición de que el borracho le trajera la respuesta del otro pueblo inmediatamente para que le pudiera entregar las botellas, el borracho envalentonado por el alcohol marcho con valor hacia el pueblo y llego sin problemas cruzando por la carretera embrujada; pero al volver por el mismo camino justo a media noche escucho el ruido de una carreta que se movía estrepitosamente y era arrastrada por caballos relinchando, el borracho temblando de miedo tomo el último trago de la botella que llevaba y dándose una vez más valor por el alcohol, decidió preguntar, – ¿qué quieres?, ¿por qué me asustas?, de repente el silencio cubrió una vez más la noche oscura y fría; y desde lo lejos se oyó una voz que parecía venir del más allá la cual dijo: “yo estoy cuidando un tesoro pero ya me he cansado de hacerlo y como tú fuiste el único que se a atrevido a preguntar te lo entregare a ti, vez aquella ceiba en la orilla del camino, deberás cavar y allí encontraras tu recompensa”
El borracho ni tonto ni perezoso inmediatamente comenzó a cavar y allí encontró muchos cantaros antiguos rellenos de varias monedas de oro y plata, entonces el borracho decidió guardar el tesoro y cumplir con la entrega de la respuesta del telegrama al delegado y reclamar las botellas que le habían prometido como pago; para que nadie sospechara nada del tesoro, y a partir de ese día nadie nunca más volvió a ver al borracho valiente y jamás se volvieron a escuchar aquel ruido en la carretera hacia Muna.
LT: Jose Gabriel Chan Escalante
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