lunes, 27 de febrero de 2017

El origen de las semillas

El origen de las semillas


En la antigüedad, cuando se sacó la semilla, cuando aparecieron las semillas, sucedió así:
Como en aquel tiempo Dios andaba personalmente, les dijo a los animales:
-Como quieren que haya semillas de todas clases, tienen que ganarlas. ¿Quién quiere obtener maíz de mis graneros para que coma?
Y el mapache contestó:
-Yo -luego la ardilla dijo:
-Yo -luego dijo la urraca:
-Yo -luego dijo el
xpich':
-Yo.
-¿Quién más?
-Yo-, dijo el jabalí. Y el
tepezcuintle dijo:
-Yo también necesito maíz para comer.
-Está bien, pero tienen que entrar a sacarlo del fuego.
En eso se presenta el
sereque y dijo:
-Hasta yo tengo que comer maíz.
-Pues bien, tienes que entrar a sacarlo. Ahora voy a llamar a la semilla para que la puedan ganar, para que la trabajen las personas y así puedan limosnear un poco para que coman.
-Está bien, entraremos a sacarla.
Amontonó mucha basura, mucha, y le prendió fuego. Quemándose ya con flamas, elevándose hasta lo alto, arrojó el maíz en medio de las llamas. Entonces dijo:
-Ahora sí, ¡sáquenla!-, pero nadie quería entrar, pues estaba rugiendo el fuego que llegaba hasta la punta de los árboles.
Los conminó otra vez, diciéndoles:
-Ustedes dijeron ganarla. Van a comer de ella, ahora que la ganen-. Esto se los dijo a todos los animales.

Le ordenó entonces al jabalí:
-¡Vamos, entra a sacarla! -. Se tiró dentro, la cogió con las narices, salió y la arrojó a un lado, luego sacudió los pelos chamuscados de su cuerpo, pues se prendieron. Por eso el jabalí parece todo
semiquemado. Le dicen también al tepezcuintle:
-¡Vamos, entra a recoger tu semilla allá dentro!
-Está bien-, dijo, y entró también. Pero al salir estaba ardiendo, por eso quedó pinto.
Llegó el
sereque y rápido se introdujo a sacar lo suyo. Pero a él le fue peor, pues los dedos que le hacen falta, allá se le quemaron.
El
tepezcuintle sólo tuvo quemadas por partes, pero al sereque allá se le quemaron sus dedos pequeños. Por eso sólo tiene tres dedos.
Luego vino el mapache y dijo:
-Pues yo falto-, y diciéndolo se metió a sacar su semilla. La saca y la arroja también. El no tenía ese color de ahora, pues al salir se le había quemado partes del cuerpo.
Vino el
xpich'. El también no estaba como ahora. Antes era de color blanco. Dentro del fuego quedó todo negro, pues al salir estaba medio quemado. Pero logró sacar su semilla.
Así también el
ch'eel. Se metió a sacarla, la picoteó y salió. Sólo se le quemaron las plumas del pecho. La espalda quedó como estaba, de color azul. Pero antes de eso era todo de color azul y por entrar a buscar su semilla se le quedó negra toda la parte de abajo.
Después de esto, vino el dueño de las semillas y les dijo:
-¿Qué más quieren?-. En eso dijo el
toj:
-Yo también tengo que sacar mi comida-. Y dicho así se metió a rescatarla. Entre las semillas que sacaron vino toda clase de sembrados:
De allá salió el tomate, de allá vino la sandía, el melón, la papaya, en fin, todo lo que produce la milpa.
Así se obtuvo la semilla. Cada animal come lo que rescató del fuego. Lo toma de las milpas como recompensa. Ahora, hasta que se trabaje la milpa se logra lo que se necesita y cuando los animales ven que ya está produciendo, empiezan a comer de ello, porque sus antepasados lo ganaron. Así nos lo cuenta mi abuelo, por eso pensamos que esto es cierto.

Se dice que antiguamente no había semillas, y nadie hacía milpa. El alimento del hombre era flores nada más. Basta con respirar el perfume para vivir. Pero Dios Padre Eterno vio como vivíamos, pues El nos veía como a los demás animales. Como a cualquier otra gallina nos veía, por eso dijo:
-Quiero que mis hijos trabajen para poder vivir-. Y empezó a preguntarse cómo le podría hacer para que exista la semilla para sembrar.
Al comienzo sólo se sembraba el maíz en
ka'anche' (sementera en alto). Con uno que se haga y se siembre diez matas, con eso daba suficiente para un año.
Cuando se hacía el nixtamal, con una semilla quedaba llena la cubeta. Pero se cuenta que fue una nuera la que hizo que cambiara todo. De repente ella dijo así:
-Pues yo voy a poner bastante maíz para el nixtamal. ¿Para qué quiero un poquito?
Dicho esto, desgranó un elote entero y lo puso a sancochar y ¿qué sucedió?, ¡empezó a rebozar! ¡Y comenzó a llenar pailas y pailas de nixtamal! ¡Eso fue el acabose!
Vino entonces el dueño de la semilla y le dijo:
-Está bien hija, así como estás deseosa de preparar mucho nixtamal, lo vas a hacer, pero se tiene que trabajar para poder tener la cantidad necesaria. Van a sufrir con ese trabajo, ya lo verán. Esto motivó que se saque la semilla por los animales. Antiguamente la cosecha se hacía sólo en
ka'anche' y con cinco, seis, siete mazorcas que se obtenga, hay para vivir. Por la mala acción de una nuera ahora llenamos recipientes para poder hacer el nixtamal y cuando se gasta tenemos que comprarlo, debido a lo que sucedió entonces.

LT: Jose Gabriel Chan Escalante

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