LEYENDA DEL CHECHEM Y
DEL CHACA
Una regla muy curiosa que se da en la selva de la península, es que
donde nace un chechén, siempre surge otro de chacá, y la mayoría de las
veces están a escasos centímetros juntos; dicen: “para todo veneno hay siempre
un antídoto”. En la cosmovisión Maya existe la concepción del equilibrio entre
el bien y el mal y en este caso obedece, según los Mayas de la Región, a una
antigua Leyenda Maya que tuvo lugar hace miles de años..
Cuentan que existió un Rey Maya llamado Chechén, que cometió terribles excesos con su pueblo. Al parecer, este malvado monarca tenía atemorizados a todos sus súbditos, a los que perseguía, acosaba, maltrataba e, incluso llegó a matar, sólo por el placer de mantenerlos sometidos y aterrorizados. La situación llegó a ser tan caótica que un buen día, el pueblo se sublevó y se levantó en armas contra su malévolo monarca. Chechén fue perseguido, acorralado y finalmente matado en el fragor de la revuelta, pero antes de morir juró que regresaría a vengarse de todos. Se le sepulto en mitad de la selva dejando su cuerpo alejado del pueblo. Meses después, sobre su tumba comenzaron a brotar las primeras hojas de una planta no conocida hasta entonces. Continuo creciendo hasta convertirse en un árbol oscuro, recio y con veneno en sus venas que muy pronto empezó a extenderse como una plaga por toda la selva. Todo aquel indígena maya que entraba en contacto con su savia dañina padecía los males de aquel veneno. El rey había conseguido mantener su maldad sobre la faz de la tierra incluso después de su muerte, manteniendo atemorizado a su pueblo. Ese árbol fue bautizado con el nombre de CHECHÉN.
Un tiempo después, una bellísima Princesa Maya con fama de bondadosa y muy querida por el pueblo, llamada CHACÁ, desgraciadamente enfermo de gravedad y al cabo de un tiempo murió siendo joven y sus súbditos desollados decidieron enterrar su cuerpo junto a la tumba del temido Chechén para que su bondad alejara al temido fantasma del malvado monarca. Pronto surgió de la tierra removida otro pequeño árbol, esta vez, con cualidades curativas. Era el Chacá, que también se extendería por la selva en la misma proporción que el Chechén y, hoy en día casualidad o no, detrás de un Chechén siempre hay un Chacá, “In lake ech”.
Siempre sean precavidos
Cuentan que existió un Rey Maya llamado Chechén, que cometió terribles excesos con su pueblo. Al parecer, este malvado monarca tenía atemorizados a todos sus súbditos, a los que perseguía, acosaba, maltrataba e, incluso llegó a matar, sólo por el placer de mantenerlos sometidos y aterrorizados. La situación llegó a ser tan caótica que un buen día, el pueblo se sublevó y se levantó en armas contra su malévolo monarca. Chechén fue perseguido, acorralado y finalmente matado en el fragor de la revuelta, pero antes de morir juró que regresaría a vengarse de todos. Se le sepulto en mitad de la selva dejando su cuerpo alejado del pueblo. Meses después, sobre su tumba comenzaron a brotar las primeras hojas de una planta no conocida hasta entonces. Continuo creciendo hasta convertirse en un árbol oscuro, recio y con veneno en sus venas que muy pronto empezó a extenderse como una plaga por toda la selva. Todo aquel indígena maya que entraba en contacto con su savia dañina padecía los males de aquel veneno. El rey había conseguido mantener su maldad sobre la faz de la tierra incluso después de su muerte, manteniendo atemorizado a su pueblo. Ese árbol fue bautizado con el nombre de CHECHÉN.
Un tiempo después, una bellísima Princesa Maya con fama de bondadosa y muy querida por el pueblo, llamada CHACÁ, desgraciadamente enfermo de gravedad y al cabo de un tiempo murió siendo joven y sus súbditos desollados decidieron enterrar su cuerpo junto a la tumba del temido Chechén para que su bondad alejara al temido fantasma del malvado monarca. Pronto surgió de la tierra removida otro pequeño árbol, esta vez, con cualidades curativas. Era el Chacá, que también se extendería por la selva en la misma proporción que el Chechén y, hoy en día casualidad o no, detrás de un Chechén siempre hay un Chacá, “In lake ech”.
Siempre sean precavidos
LT: Jose Gabriel Chan Escalante
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