sábado, 16 de mayo de 2015

Los ahorcados, condenados a penar en los panteones

Los ahorcados, condenados a penar en los panteones


Al darse cuenta que mató de un susto a su madre, un borrachín de Hocabá llamado Juan se quitó la vida ahorcándose en el cementerio.

Pobladores de Hocabá aseguran que han visto el fantasma de Juan “El ahorcado” colgado de un árbol o deambulando por el cementerio. (Jorge Moreno/SIPSE)

Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Varias cosas se dicen sobre los suicidas, por una parte se menciona que por el hecho de haberse quitado la vida a propósito están condenados a penar eternamente y por la otra, si el suicidio fue por la vía del ahorcamiento, no pueden salir del cementerio donde fueron enterrados.

He escuchado estos relatos y de las apariciones de presuntos suicidas en al menos cuatro panteones de Yucatán, en el General de la ciudad de Mérida, en el de Valladolid, en el de Ticul y en el de Hocabá, donde los veladores o los testigos que lo cuentan aseguran que las manifestaciones que han visto corresponden a personas que se quitaron la vida de esa forma.

En los casos de Mérida y Valladolid ambos fueron de sendos “borrachitos consuetudinarios”, quienes en los ochenta y noventa, respectivamente, se suicidaron en sus ciudades de origen; a partir de ello, se asegura, empezaron a manifestarse no en donde vivían o en los sitios que frecuentaban sino en los panteones donde fueron enterrados.

“Ya me he acostumbrado a verlo, algunas personas que vienen también lo han visto, no nos da miedo porque en lo que cabe es tranquilo, solo la sombra vemos y la silueta con su rostro, era un señor como de 40 años”, dijo un exvelador del cementerio de la capital yucateca.

En el caso de Ticul, ahí las apariciones también han sido frecuentes, aunque el hecho de que ahí se reportan varios casos más, a veces se confunde cuál es la aparición que ven, aunque se afirma que al menos tres personas que se suicidaron por la vía del ahorcamiento están enterradas ahí.

El árbol del ahorcado
El último caso es el llamado “El árbol del ahorcado”, que es poco conocido en Yucatán, ocurrió en el cementerio del municipio de Hocabá. La leyenda data de más de 100 años y me la platicaron personas que nacieron en esa población, de ese caso sí pude recopilar más datos de forma detallada.

Nos remontamos a 1895, cuando Hocabá tenía como cabecera municipal a Sotuta (fue hasta 1900 en que se convirtió en municipio), en ese entonces había una persona en el pueblo, de nombre Juan, que le gustaba tomar mucho alcohol y tenía una vida llena de penurias, pues a pesar de que ya tenía más de 30 años era mantenido por su madre y ésta constantemente lo tenía que ir a buscar en los alrededores del pueblo y llevárselo casi a rastras a su casa de tan borracho que estaba.

Su madre acudía cada semana al cementerio para llevarle flores a su difunto esposo, pero Juan siempre le recriminaba y le decía que sólo perdía el tiempo en el panteón pues se la pasaba hablando con el difunto.

Un día (quizás tanto alcohol ya había acabado con parte de su raciocinio), decidió darle "una lección" a su progenitura, pues mientras su madre se preparaba para ir al cementerio, Juan se adelantó y se guardó justo detrás de un árbol que estaba a espaldas de la tumba de su padre; poco después llegó su madre, y esta empezó a hablar con su difunto marido.

Justo en ese momento, Juan con una voz "tenebrosa" le dijo: "¡Deja de molestar a tu hijo y ya no vuelvas a visitarme, lárgate de aquí!".

La señora, espantada, nunca imaginó que se tratara de una broma por lo que dijo casi llorando: "Lo que tú digas viejo" y de inmediato se paró para irse, pero quizás fue tanta la impresión que sufrió que apenas dio unos pasos y cayó fulminada por un infarto.

Juan estaba tan tomado que ni cuenta se dio del desmayo de su madre y se fue a seguir la parranda, hasta que al llegar a su casa, por la noche, vio el velorio, y fue hasta el día siguiente, ya en sus cinco sentidos en que le “cayó el veinte” y fue tal su remordimiento que se hundió aún más en la bebida y a las pocas semanas acudió a ese mismo árbol en el panteón y se ahorcó.

Todo este caso fue conocido y circuló de voz en voz a través de las siguientes generaciones debido a que Juan tenía a un confidente de parrandas a quien le platicó todo, su nombre era Melitón e incluso le dejó una nota póstuma explicando el motivo de su suicidio. Por ese motivo le llaman "El árbol del ahorcado".

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