sábado, 16 de mayo de 2015

El huaypeek que mató a una 'condesa'

El huaypeek que mató a una 'condesa'


La condesa Victoria de Montemayor, quien llegó a Yucatán en busca de marido rico, murió aterrorizada por un brujo convertido en perro.


Aseguran que un huaypeek, que entró por la ventana, fue quien mató a la “condesa”. 


Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- En la época de la Colonia, tanto aventureros como personas acaudaladas, principalmente de origen español, decidieron venir a vivir a esta parte del mundo para probar fortuna o sentirse superiores en la llamada Nueva España que tras su independencia cambiaría su nombre por México.

Yucatán no fue la excepción y por tanto llegaron a Mérida personas de “alcurnia” o bien que buscaban desesperadamente tenerla. 

Fue así como llegó a la ciudad blanca la “condesa” Victoria de Montemayor, de quien se decía era de “sangre azul” ya que descendía de la realeza, pero las malas lenguas comentaban que en realidad había asesinado a su marido en España y con su pequeña fortuna (la cual no le alcanzaba para vivir como “reina” en Madrid) decidió venir a Mérida.

Llegó sola, es decir sin ningún otro pariente, pero con tres empleados, su mayordomo, su ama de llaves y esclavo africano; se instalaron en una casa que se ubicaba por el rumbo de lo que hoy es el suburbio de San Juan y desde el primer momento trató de presumir de más su “alto linaje”.

Se cuenta que empezó organizando fiestas a todo lo que daba, con el único fin de atrapar a algún acaudalado español millonario, y esto tenía lógica, ya que como no trabajaba ni tenía más que su pequeña fortuna, esta invariablemente iba a desaparecer con el paso de los meses debido a la vida de lujos que quería darse.

Se cuenta que en la casa que adquirió murieron trágicamente cinco viejecitos en un incendio, quienes, debido a su edad, no pudieron escapar del fuego.

Los dueños del inmueble, dos sobrinos de uno de los ancianos, rápidamente remodelaron el sitio para venderlo y aunque por superstición nadie que supiera lo ocurrido en la casa se atrevía a comprarla, la condesa fue la cliente perfecta pues no tenía ni idea de lo que ahí pasó.

La condesa contrató a varios sirvientes en su nueva casa, pero estos muy rápido renunciaban pues afirmaban ver los fantasmas de unas personas de avanzada edad, es decir las almas en pena de los ancianos que ahí habían fallecido, pero la ama de llaves española, con tal de no hacer mayor el problema le decía a la condesa que en realidad se trataba de aluxes.

Como la española jamás en su vida había escuchado esa palabra, la ama de llaves le dijo que se trataba de una especie de “animalillos nativos” que son muy ágiles para aparecer y desaparecer espantando a las personas, pero que había personas en Mérida que los podían combatir y eliminar, como si se tratara de llamar a un fumigador para eliminar una plaga.

Pero no eran aluxes
Entonces la condesa ordenó al ama de llaves que contratara a las personas indicadas; esta trajo a un presunto sacerdote maya que hizo un ritual para que los aluxes no hicieran de las suyas, pero éste desde un principio le dijo que ahí no había ningún alux.

La ama de llaves, con tal de no molestar a la condesa no le dijo eso sino todo lo contrario, que el problema se había ido; pero evidentemente todo seguía igual ya que lo que ahí se manifestaba era el alma en pena de los ancianos que posiblemente sólo necesitaban de rezos para descansar en paz.

Un día, sucedió lo inesperado, la condesa desesperada llamó a gritos a su ama de llaves, cuando esta acudió en su auxilio, la señora contó que vio entrar por su ventana a un perro enorme con los ojos rojos y rasgos humanos. La descripción era como la de un huaypeek.

Fue tal el horror y espanto que sintió que decidió regresar a España y ordenó que empacaran todo (también se dice que el verdadero motivo fue que no pudo encontrar un galán millonario).

Dos días antes de la partida, la condesa falleció… El reporte médico indicó que murió de un infarto, pero la ama de llaves, quien a la postre heredó todo y se quedó a vivir en Mérida, afirmó que encontró el cadáver de su jefa con una mueca de terror en el rostro y varios rasguños en el cuerpo, dijo que posiblemente fue el huaypeek quien le causó la muerte.

Y aunque no hay datos fidedignos que lo confirmen, se cuenta que esa casa, la cual fue demolida y encima se construyó otra, estaba ubicada frente del actual parque de San Juan, en la misma calle donde se encuentra una tienda deportiva.

Los ahorcados, condenados a penar en los panteones

Los ahorcados, condenados a penar en los panteones


Al darse cuenta que mató de un susto a su madre, un borrachín de Hocabá llamado Juan se quitó la vida ahorcándose en el cementerio.

Pobladores de Hocabá aseguran que han visto el fantasma de Juan “El ahorcado” colgado de un árbol o deambulando por el cementerio. (Jorge Moreno/SIPSE)

Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Varias cosas se dicen sobre los suicidas, por una parte se menciona que por el hecho de haberse quitado la vida a propósito están condenados a penar eternamente y por la otra, si el suicidio fue por la vía del ahorcamiento, no pueden salir del cementerio donde fueron enterrados.

He escuchado estos relatos y de las apariciones de presuntos suicidas en al menos cuatro panteones de Yucatán, en el General de la ciudad de Mérida, en el de Valladolid, en el de Ticul y en el de Hocabá, donde los veladores o los testigos que lo cuentan aseguran que las manifestaciones que han visto corresponden a personas que se quitaron la vida de esa forma.

En los casos de Mérida y Valladolid ambos fueron de sendos “borrachitos consuetudinarios”, quienes en los ochenta y noventa, respectivamente, se suicidaron en sus ciudades de origen; a partir de ello, se asegura, empezaron a manifestarse no en donde vivían o en los sitios que frecuentaban sino en los panteones donde fueron enterrados.

“Ya me he acostumbrado a verlo, algunas personas que vienen también lo han visto, no nos da miedo porque en lo que cabe es tranquilo, solo la sombra vemos y la silueta con su rostro, era un señor como de 40 años”, dijo un exvelador del cementerio de la capital yucateca.

En el caso de Ticul, ahí las apariciones también han sido frecuentes, aunque el hecho de que ahí se reportan varios casos más, a veces se confunde cuál es la aparición que ven, aunque se afirma que al menos tres personas que se suicidaron por la vía del ahorcamiento están enterradas ahí.

El árbol del ahorcado
El último caso es el llamado “El árbol del ahorcado”, que es poco conocido en Yucatán, ocurrió en el cementerio del municipio de Hocabá. La leyenda data de más de 100 años y me la platicaron personas que nacieron en esa población, de ese caso sí pude recopilar más datos de forma detallada.

Nos remontamos a 1895, cuando Hocabá tenía como cabecera municipal a Sotuta (fue hasta 1900 en que se convirtió en municipio), en ese entonces había una persona en el pueblo, de nombre Juan, que le gustaba tomar mucho alcohol y tenía una vida llena de penurias, pues a pesar de que ya tenía más de 30 años era mantenido por su madre y ésta constantemente lo tenía que ir a buscar en los alrededores del pueblo y llevárselo casi a rastras a su casa de tan borracho que estaba.

Su madre acudía cada semana al cementerio para llevarle flores a su difunto esposo, pero Juan siempre le recriminaba y le decía que sólo perdía el tiempo en el panteón pues se la pasaba hablando con el difunto.

Un día (quizás tanto alcohol ya había acabado con parte de su raciocinio), decidió darle "una lección" a su progenitura, pues mientras su madre se preparaba para ir al cementerio, Juan se adelantó y se guardó justo detrás de un árbol que estaba a espaldas de la tumba de su padre; poco después llegó su madre, y esta empezó a hablar con su difunto marido.

Justo en ese momento, Juan con una voz "tenebrosa" le dijo: "¡Deja de molestar a tu hijo y ya no vuelvas a visitarme, lárgate de aquí!".

La señora, espantada, nunca imaginó que se tratara de una broma por lo que dijo casi llorando: "Lo que tú digas viejo" y de inmediato se paró para irse, pero quizás fue tanta la impresión que sufrió que apenas dio unos pasos y cayó fulminada por un infarto.

Juan estaba tan tomado que ni cuenta se dio del desmayo de su madre y se fue a seguir la parranda, hasta que al llegar a su casa, por la noche, vio el velorio, y fue hasta el día siguiente, ya en sus cinco sentidos en que le “cayó el veinte” y fue tal su remordimiento que se hundió aún más en la bebida y a las pocas semanas acudió a ese mismo árbol en el panteón y se ahorcó.

Todo este caso fue conocido y circuló de voz en voz a través de las siguientes generaciones debido a que Juan tenía a un confidente de parrandas a quien le platicó todo, su nombre era Melitón e incluso le dejó una nota póstuma explicando el motivo de su suicidio. Por ese motivo le llaman "El árbol del ahorcado".

Los extraviados en el monte, ¿travesura de los aluxes?

Los extraviados en el monte, ¿travesura de los aluxes?

Varias personas que se han extraviado en el monte afirman que fueron llevadas por los aluxes. (Jorge Moreno/SIPSE)

A sus 80 años, Alejandro Caamal se perdió en montes de Tzucacab por más de 23 horas y apareció en el mismo lugar donde se reportó su desaparición.

MÉRIDA, Yuc.- En varias ocasiones me he enterado de casos de personas que se extravían en el monte y de pronto aparecen en las circunstancias más extrañas; se cuenta que son los aluxes o incluso el mal viento quienes los “secuestran” por varios días o a veces hasta por años con el objetivo de convertirlos en “hmen”.

Y con los "extravíos en el monte" no me refiero a los clásicos reportes de personas que de pronto desaparecen cuando van a acampar o a pasear y horas o días después aparecen (a varios kilómetros de distancia), deshidratados y por lo general gracias a una labor de búsqueda de policías y voluntarios.

Me refiero específicamente a los casos que escapan de todo lógica y no tienen un patrón común tal y como suele existir en los casos “normales”.

Apareció 'quitado de la pena'
Por ejemplo, un caso fuera de lo normal ocurrió hace unos años en el municipio de Tzucacab. Don Alejandro Caamal, productor de 80 años de edad, estuvo perdido en el monte, para luego aparecer en medio del grupo que lo buscaba, “quitado de la pena”.

Lo más extraño es que fue encontrado en el mismo lugar donde desapareció, junto a su triciclo y sus cosas. Pero además no tenía signos de cansancio, deshidratación o hambre.

Luego de 23 horas de peinar la zona en una búsqueda en la que participaron policías, vecinos y familiares, todos quedaron sorprendidos cuando el anciano salió lentamente del monte y tomó su triciclo, como si el tiempo no hubiera transcurrido.

José Gómez Mena, comandante del grupo Cobras, explicó que desapareció un viernes a las 3 de la tarde, “después de peinar una vez más la zona en la que desapareció el productor”, se dispusieron a tomar un descanso cerca del lugar donde el “extraviado” dejó su triciclo.

“De pronto vimos que alguien salía del monte y movía el triciclo. Cuando nos acercamos nos dimos cuenta de que era don Alejandro, quien ya se iba con su vehículo. Todos quedamos sorprendidos y le preguntamos dónde había estado. Don Alejandro estaba mudo y nos veía también con sorpresa, sin decir nada. Después balbuceó simplemente “que se perdió”.

El comandante señaló que se trata de algo muy extraño, pues toda la noche y el día se le buscó en dos kilómetros a la redonda y por ningún lado se le encontró.

Sin señales de hambre o fatiga
El doctor Antonio Medina señaló un par de días después de conocer el caso que era muy extraño, ya que una persona de 80 años no podría aguantar 23 horas sin agua ni comida y además de que no presentó síntomas de cansancio, rasguños, etc., ya que además el señor no tuvo ningún pleito ni problema anterior por lo que hubiera decidido guardarse con toda intención e ir preparado.

Un par de paramédicos experimentados que participaron en la búsqueda como voluntarios, afirmaron que peinaron bien el área y no había sitio alguno en donde el señor se hubiera guardado: “pasamos varias veces en el lugar donde él apareció, es imposible que no lo hubiéramos visto, he escuchado casos sorprendentes de 'apertura de portales espacio-tiempo' o de que los aluxes te secuestran y te llevan a otro sitio donde los humanos normales no los podemos ver, ya no sé ni qué pensar si eso fue lo que pasó”, dijo.

Algunos de los demás testigos dijeron: “Esta persona fue llevada por los duendes del monte, ya que su desaparición no fue como las de otras personas perdidas”.

Por su parte, Miguel Ángel Barrera Cab, quien en ese entonces se desempeñaba como director de la policía de Tzucacab dijo que todo lo que pasó fue muy raro, ya que “una persona que se pierde por lo general se le encuentra en otro lado, no en el mismo”.

Más adelante, en este misma sección hablaré de otros casos sorprendentes, donde las víctimas incluso nunca aparecieron o bien, lo han hecho décadas después.

Espíritu de mujer degollada busca vengarse de taxista que la mató

Espíritu de mujer degollada busca vengarse de taxista que la mató




En el rumbo de las terminales de autobuses de Mérida una joven se aparece a taxistas e intenta enamorarlos; si no la tocan, les perdona la vida.
Viernes, 21 Feb, 2014 00:08  ENVÍA

La leyenda de 'la pasajera fantasma de la calesa de Izamal' es muy parecida a lo que ocurre en Mérida, sólo que con taxistas y vehículos a motor. (Jorge Moreno/SIPSE)


SIPSE.com
MÉRIDA, Yuc.- Hoy, en “Municipio Enigmático” hablaremos del barrio de San Sebastián, el cual se ubica en la ciudad de Mérida y es uno de los más antiguos de la capital yucateca junto con los de Santa Lucía, Santiago y San Juan, entre otros.

Algunos vecinos del rumbo reportan que en las antiguas casas se ven fantasmas de personas vestidas a la usanza antigua, es decir con amplios vestidos en el caso de las mujeres, y trajes de bombín y smoking, en el de los varones.

Se cuenta también un caso que últimamente se ha repetido: la aparición fantasmal de una mujer en los rumbos de las terminales de autobuses ubicadas en la calle 69 por 72.

En este caso se trata de un “alma en pena” más reciente, pues de acuerdo con comentarios de personas entrevistadas es el fantasma de una mujer que fue violada y asesinada a finales de los años 70, precisamente en esos rumbos.

De hecho, hace algunos meses, una lectora de esta sección me comentó lo que se consideraba una “leyenda urbana” de la cual hablan varios taxistas de la ciudad de Mérida, aunque al parecer está basada en un suceso real.

Fantasma que pide parada
La lectora cuenta que ha escuchado de taxistas de diversas agrupaciones que en los rumbos del ADO y la terminal CAME de Mérida (las cuales se ubican a unas cuadras del primer cuadro de la ciudad), ronda una hermosa mujer fantasmal que pide parada para que la lleven a su domicilio, cerca del panteón Florido.

Esto ocurre principalmente en días de finados (finales de octubre e inicios de noviembre); ya en el auto, la joven intenta 'enamorar' a los taxistas.

Esto se debe a que hace varios años esa joven en vida fue violada y asesinada por un taxista que la recogió por esos rumbos y al parecer ahora clama venganza en busca de su asesino, quien, según averiguamos aún vive.

Entrevisté a taxistas de la vieja guardia para saber más al respecto, dos de ellos recordaron vagamente ese suceso y dijeron que sí fue verdad, aunque uno de ellos dijo que en realidad la joven iba a asaltar a su colega y por eso forcejearon y ella acabó muerta a puñaladas.

No tenemos el año exacto del suceso, sólo que ocurrió en la madrugada. Al parecer la joven llegó de viaje a la antigua terminal del ADO y poco después murió degollada.

Casos dramáticos
De acuerdo con nuestra lectora, los taxistas que han visto a la mujer fantasma han chocado, les ha dado un infarto y al menos uno ha fallecido, los demás sólo se enferman y más cuando la ven desaparecerse en el interior del vehículo.

De hecho se comenta que los taxistas que no tratan de abusar de la joven y la llevan a su casa, ésta les pide que al día siguiente por la mañana la vayan a buscar, pero entonces, a la hora prevista, cuando llega el taxista, del lugar salen varias personas, y cuando el taxista explica el motivo de su llegada, le preguntan si se trata de una broma de mal gusto, ya que en ese sitio no vive ninguna muchacha y que la descripción que da es de la joven asesinada hace años.

Una historia muy similar se desarrolla en la ciudad de Izamal, donde una joven, que también fue asesinada, toma una calesa y pide al conductor que la lleve a su domicilio, pero al pagarle, el billete se convierte en un hueso y el cochero cae enfermo.

También está versión señala que al día siguiente fue a buscar a la mujer y ocurrió lo mismo que con el caso de Mérida.

La Xtabay ronda en el 'tramo de la muerte' de la carretera a Chetumal

La Xtabay ronda en el 'tramo de la muerte' de la carretera a Chetumal



En 2010, Mariano Tuyub y Víctor Pisté vivieron terrorífica experiencia al toparse a la mítica seductora de hombres.


Afirman que la Xtabay aparece muy seductora en las carreteras para que “caigan” más fácilmente los conductores. (Jorge Moreno/SIPSE)


Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Fernando Olvera del Castillo, colaborador de la revista Misterios y compañero nuestro desde hace varios años, me mandó un reporte sobre la presencia de la Xtabay en un sitio conocido como “el tramo de la muerte” en Chetumal, Quintana Roo, que a continuación les presento, ya que es interesante.

Para Mariano Tuyub y Víctor Pisté, la madrugada del 13 de junio de 2010 no tenía nada de especial, era una más en su largo andar por las carreteras de Quintana Roo. Sin embargo, no contaban con que la Xtabay sería la protagonista del momento más espeluznante de su existencia.

Ambos salieron de Cancún con destino a Chetumal y durante las primeras horas de viaje todo transcurrió de manera normal, siendo que al adentrarse al llamado “Tramo de la Muerte” –el que comunica a Tulum con Felipe Carrillo Puerto a lo largo de 92 kilómetros- las cosas comenzaron a cambiar, el ambiente que envolvía la travesía ya no era el mismo, había algo raro, algo muy difícil de explicar.

En este sentido, señalaron que cuando restaban unos 30 kilómetros para llegar al corazón de la Zona Maya, en una recta que encierra un cúmulo de enigmas al haberse convertido con el paso de los años en la tumba de más de 50 personas, cuyos “nichos” compiten en número con los “fantasmas” que enmarcan el camino, se percataron de que una mujer les pedía “aventón”.

Como es de suponerse, ambos decidieron detenerse y cuando menos preguntar a la mujer el motivo de su presencia en la carretera a altas horas de la noche, sobre todo porque ahí todos sabían que son muy comunes los accidentes. Nunca imaginaron que la buena acción que iban a formalizar sería tan increíble como aterradora.

Hermosa y seductora
El relato de Mariano es más que elocuente: “Nosotros veníamos normal en la carretera cuando vimos que nos estaba haciendo la seña para que nos paráramos y así lo hicimos, pero cuando llegamos hasta donde estaba, desapareció de repente. Ella era morena, muy bonita, ¿Cómo te diré? Seductora, sí, era muy seductora.

Cabe destacar que dentro de los muchos misterios que encierra el llamado “Tramo de la Muerte” se cuenta también que cada determinado tiempo se aparece un tráiler fantasma que obliga a los conductores a realizar difíciles maniobras para evitar colisionarlo, provocando que se salgan de la cinta asfáltica y muchas veces pierdan la vida al impactarse contra los cúmulos de piedras o los frondosos árboles que abundan por la citada vía.

Al respecto, a lo largo de las últimas décadas, en el sentir de los nativos de la selva siguen vivos los misteriosos seres que durante la noche se transforman en monstruos devoradores de hombres, o en bellas mujeres que, como la Xtabay, atraen a los incautos viajeros que por azares del destino son alcanzados por la obscuridad en lo más tupido del monte o en los solitarios caminos, para con devoradora pasión, consumirlos en su delirio sexual hasta matarlos.

De acuerdo con testimonios de viejos chicleros, la Xtabay es una mujer alta, de imponente belleza y que siempre viste un blanco hipil. Además, siempre lleva suelto su largo y sedoso cabello negro y pocos pueden resistirse a sus grandes y enigmáticos ojos negros. Su boca es pequeña, de labios carnosos y sombreados por fino bozo que le da un fuerte atractivo sexual. Su cuerpo es fino y esbelto, de delgada cintura y pechos abundantes. Por cierto, una de sus características más citadas es que la vestimenta que carga oculta sus extremidades inferiores, la derecha convertida en pata de pavo y la izquierda en pata de chivo.

Su andar es extraño, pues cruza los pies en forma de “X” y al hacerlo produce un raro sonido. Quienes han tenido la desgracia de toparse con ella, recomiendan correr sin voltear hacia atrás, ya que una simple palabra de sus labios paraliza a su “víctima” y la hechiza hasta hacerla perder su voluntad y después la vida.

Cuentan también los ancianos que cuando la Xtabay se siente en peligro se transforma en una larga serpiente de color verde que llaman “Chaykán” y que con ágiles saltos se pierde entre la espesura de la selva para resguardarse en los árboles de “Yaxché” (Ceiba).

Mariano y Víctor juran y perjuran que no fue producto de su imaginación, fue tan real como el miedo que aún los envuelve y que seguirá latente en sus corazones por el resto de sus vidas cada vez que recuerden a la Xtabay.

Fantasma de un señora pide ayuda desde la casa donde fue asesinada

Fantasma de un señora pide ayuda desde la casa donde fue asesinada



Vecinos del rumbo de Santiago dicen que doña Elda Zurita se aparece en el predio donde 5 asaltantes la mataron.





Hace un par de años entrevistaron a Jorge Moreno a las puertas de la casa embrujada del barrio de Santiago por un programa de TV que habló del caso. (Jorge Moreno/SIPSE)

Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- El 22 de agosto de 1999 ocurrió un doble homicidio en la ciudad de Mérida que conmocionó a toda la sociedad yucateca por la saña y circunstancias en que se realizó, además de que los medios de comunicación dieron amplia cobertura al caso.

Elda Zurita Azcorra de Ricalde (de 70 años de edad) fue torturada y asesinada por cinco personas que entraron a su domicilio particular (ubicado en el suburbio de Santiago en la esquina de las calles 68 por 57) con el fin de asaltarla.

La señora se dedicaba a la usura y los asaltantes sabían que en su casa guardaba fuertes cantidades de dinero, pues dos de los delincuentes eran “clientes” de ella y eso les facilitó la entrada a la casa.

Como doña Elda no confesó donde guardaba el dinero a pesar de la tortura a la que fue sometida fue asesinada; en tanto, los malhechores registraron la casa; en eso llegó la hija Cynthia Sue Ricalde Zurita (35 años) junto con su novio; a la primera la asesinaron destrozándole el cráneo a martillazos y al joven le hicieron lo propio y lo dieron por muerto, sin embargo logró sobrevivir y fue así como se obtuvieron pistas de los delincuentes, quienes finalmente fueron atrapados (cuatro de los cinco) y actualmente purgan condena en el Cereso de Mérida.

Tras los asesinatos, la casa fue acordonada y estuvo con vigilancia policiaca por un buen tiempo; cientos de personas pasaban ahí todos los días (es un lugar muy transitado, pues esa calle es paso hacia el mercado de Santiago) y observaban con curiosidad y pena el inmueble con todas las cintas amarillas de “prohibido el paso” que claramente se veían desde la calle.

A pocas semanas del asesinato múltiple, vecinos del rumbo empezaron a decir que se escuchaban gritos y lamentos en el interior de la casa a pesar de que esta permanecía cerrada y con vigilancia.

Sellos inviolados
De hecho, en al menos 10 ocasiones la policía recibió reportes de los vecinos, quienes pensaban que a lo mejor algún curioso o ladrón se había metido, pero cuando llegaban las autoridades encontraban todo normal, de hecho las cintas permanecían invioladas, por lo que se descartaba cualquier posible intruso.

Hasta ese momento se podría pensar que todo se trataba de sugestión colectiva propiciada por la tragedia ocurrida o bien bromistas que sólo buscaban llamar la atención y marcaban al número de emergencias de la SSP sólo por fastidiar, sin embargo, pude entrevistar al oficial G.B.T. quien en ese entonces laboraba como patrullero en esa corporación y vivió una espeluznante experiencia en el 2001 que recuerda como si fuera ayer:

“Aún se me pone la piel de gallina solo de recordarlo, pues mi compañero y un servidor fuimos testigos de un suceso que nunca olvidaré, el cual ocurrió en el jardín de la casa en donde ocurrieron los asesinatos; esa tarde nos estacionamos un momento enfrente de ahí, ya sabíamos de ese sitio, pero en ese instante no nos 'cayó el veinte', me bajé para sacar unas cosas de la cajuela y vi a una señora en el interior del jardín y me estaba viendo, pero tenía cara de asustada o angustiada.

“Me llamó la atención y cuando le iba a decir a mi pareja que nos acercáramos a ver qué se le ofrecía recordé que ahí fue el asesinato de la famosa 'agiotista' y que la casa tenía cintas, de pronto al voltear a ver a mi compañero, me percaté de que estaba petrificado, blanco del susto pues veía lo mismo que yo, sólo me dijo 'vámonos' y un insulto que no puedo decir y cuando él arrancó la patrulla volteé a ver y la señora seguía ahí, pero claramente se veía que no era de este mundo.

“Mi compañero empezó a lagrimar no se si del susto o de la impresión, pues me dijo que posiblemente la señora aún no descansa en paz por la forma tan violenta en que murió, la verdad yo creo lo mismo y por eso me da mucha tristeza”, finalizó.

Cabe destacar que he ido a investigar a ese sitio en al menos tres ocasiones, debido a los constantes reportes que se han dado con relación al alma en pena de la señora; hasta la fecha la casa no ha podido ser vendida (fue puesta en venta apenas la liberó la policía) y hay quienes afirman que esto es debido a que la señora lo impide…

La leyenda de la esquina de El Zopilote, en Mérida

La  leyenda de la esquina de El Zopilote, en Mérida


El cruce de la calle 70 con 65 guarda una antigua historia de terror, en la que se relata que un misterioso ex marino español llegó a estas tierras con exótica ave de rapiña.






La añeja esquina, en la actualidad.

 Pocos conocen la historia que guarda la esquina de 'El Zopilote' (SIPSE)

Julio Amer/SIPSE

MÉRIDA, Yuc.- Las esquinas de la vieja Mérida guardan un sinfín de historias y leyendas y así fue como hace unos días narramos en estas páginas dos añejos episodios que dieron nombre al famoso cruce de “El Degollado”, en las calles 60 por 65.

Fueron dos historias trágicas, una, que data del siglo XVIII, de un barbero que por una decepción amorosa se suicidó cortándose el cuello, y otra, de finales de los años 1800, sobre un sacerdote que fue degollado por un gato. Pero hay muchas narraciones más, algunas terroríficas y otras que son más bien fábulas.

La leyenda cuenta que en la esquina de las calles 65 por 70, llamada “El Zopilote”, encierra una historia llena de misterio y terror, que ponen los pelos de punta a los que la recuerdan.

Viejas narraciones señalan que cuando estas tierras aún estaban bajo el yugo español, en esa esquina habitaba un misterioso personaje, don Íñigo de Arzate Pantoja y Peñaloza, nativo de Andalucía, ex marino y ex militar, de espíritu aventurero, que había recorrido “los siete mares” y del que se contaban las cosas más extrañas.

Y no era para menos esos chismorreos de los vecinos, pues don Íñigo, que por entonces tenía unos 50 y tantos años y que siempre vestía de negro y poseía un semblante poco agradable a vista, encorvado, con una gran nariz aguileña, ojos negros de penetrante mirada, abundante barba y bigotes puntiagudos, era sujeto solitario, no tenía familia y se le veía poco, sobre todo en horas del día, pues las pocas veces que se dejaba ver, era ya cuando la penumbra empezaba a cubrir con su tétrico manto las empedradas y polvorientas calles de la Mérida colonial, alumbradas tenuemente con la débil luz de faroles alimentados con aceite de higuerilla.

Las pocas personas que habían logrado hacer contacto con don Íñigo, como el tendero de una esquina cercana o el tabernero de una cantina a unos pocos pasos de donde vivía el español, contaban que el extraño personaje les había narrado algunas de sus aventuras y travesías en lejanos lugares, principalmente en Sudamérica e islas del Pacífico.

Satisfacción asesina

El extranjero contaba que estuvo en la milicia que combatió en el Perú en 1781 contra el levantamiento encabezado por el caudillo mestizo Túpac Amaru II (José Gabriel Condorcanqui), descendiente del último emperador inca Atahualpa. La crueldad de los españoles contra los alzados fue inaudita e incluso usaban mastines para despedazar a los prisioneros, mientras que a otros los quemaban vivos en hogueras después de someterlos a terrible tormentos.

Y cuando don Íñigo narraba estos pasajes de su azarosa vida en el virreinato del Perú, parecían brillarle los ojos de satisfacción, contando cómo él mismo había matado con sus propias manos a muchos de esos indios rebeldes.

También contaba que tras retirarse de la Marina de Guerra, se dedicó al comercio de especias en los mares del Pacífico, por lo que eran frecuentes sus viajes a remotas islas de la Polinesia, así como al archipiélago de las Filipinas, que estaba bajo el dominio ibérico.

Pero dijo que uno de esos viajes un tifón los sorprendió en medio del océano, por lo que después de estar varios días a la deriva, ya que el mástil y velas se habían hecho pedazos, finalmente su nave zozobró frente a Nueva Guinea, donde tuvo que pasar cerca de dos años para poder reconstruir el buque y volver a América.

Y contó a tabernero y tendero que durante su estancia en esa exótica isla de Pacífico convivió con caníbales e incluso tuvo que practicar la antropofagia para seguir las costumbres de los naturales, pues corría el peligro de que, al no hacerlo, él mismo fuera devorado por los salvajes papúes.

Pero lo tétrico de esta historia, que no contó don Íñigo y que luego los vecinos harían del conocimiento de los habitantes de la Mérida de esos años, es que el ex marinero andaluz, al dejar Cusco, donde vivía en sus tiempos en la milicia, un brujo inca le había regalado un polluelo de cóndor o buitre, el cual, le aseguró, que sólo se alimentaba de carne humana.

Y es así como don Íñigo, durante la matanza de indios incas, daba los restos de éstos a comer a su ya desarrollado cóndor, el cual llevaba a todos sus viajes por mar.

Los niños se 'evaporizaban'

Pero durante su aventura en Nueva Guinea, también don Íñigo le cogió gusto a la carne humana y fue así que a su retorno al Nuevo Mundo, ya ahora viviendo en Mérida, su apetito atropofágico no cesó como tampoco el de su inseparable “mascota”, que ya era una gigantesca ave de una envergadura de unos cuatro metros con las alas extendidas, capaz de levantar en vuelo a una vaquilla, incluso a un ser humano de poco peso.

Y aquí es donde viene lo espeluznante de esta historia, cuando de pronto en Mérida empezaron a desaparecer algunos niños que salían a la calle a jugar cuando ya era de tarde y el sol estaba ocultándose.

Los testigos señalaban que los infantes, como por arte de magia, simplemente se “evaporizaban”, porque incluso madres que salían con sus pequeños denunciaban ante las autoridades que en un breve descuido sus vástagos desaparecían, pero que al mismo tiempo veían una gigantesca sombra y escuchaban un aleteo, aunque no lograban ver qué era lo que lo producía.

Fueron numerosos los chicos a los que sus padres nunca volvieron a ver y, lo más misterioso, es que ni sus cuerpos o rastros se hallaron.

La gente del rumbo de las ahora calles 70 por 65 empezó a sospechar del extraño vecino al que sólo se le veía algunas veces por las noches, siempre con su ropaje negro, incluyendo su capa y sombrero de ala grande que le ocultaba casi todo el rostro, menos su descomunal y grotesca nariz, que era lo único que la luz lograba iluminar, y llevando al cinto una filosa espada.

Además, los habitantes del vecindario señalaban que por las noches escuchaban los espantosos graznidos de un ave, y fue algún atrevido o valiente que logró acechar por la barda de la amurallada casa de don Íñigo, que pudo confirmar que un pájaro horrible que estaba dentro de una jaula era el que producía esos escalofriantes ruidos y aseguraba –lo tildaron de loco entonces- que el diabólico ave de rapiña devoraba una extremidad que parecía ser de un ser humano de pequeña talla, tal vez un niño.

Se hizo la denuncia ante la autoridad pero ésta, incrédula, hizo poco caso y eso dio tiempo a que don Íñigo, que ya se había enterado de las sospechas de los vecinos, una noche de noviembre bajo torrencial aguacero, se subiera a su carruaje llevando consigo la jaula con el cóndor, y desapareciera para siempre con rumbo desconocido.

Macabro hallazgo

Pasaron los días, luego los meses y cuando ya habían transcurrido varios años, los vecinos empezaron a comentar que don Íñigo no había regresado a su casa, pues no se notaba movimiento alguno en su interior y fue entonces que unos osados caballeros tomaron hachas y mazos, tumbaron la vieja pero aún sólida puerta del zaguán y entraron a la misteriosa casona, la cual estaba ya polvorienta y llena telarañas.

Revisaron cuarto por cuarto, pasillos, el solar, la bodega y hasta el sótano, pero no había rastros de don Íñigo ni de su exótica mascota. Entonces la autoridad expropió el inmueble y decidió derribarlo para construir otra edificación y fue cuando entonces, al estar haciendo los nuevos cimientos, hallaron numerosos huesos enterrados en el patio.

Con pavor pudieron comprobar que esas osamentas pertenecían a niños, por lo que tristemente llegaron a la conclusión que eran de esos pequeños desaparecidos años antes y de los que nunca se supo nada más.

Fue entonces que nació la tenebrosa leyenda de la esquina de “El Zopilote”, de la que se cuenta que un cóndor (confundido entonces como el ave de rapiña local) sobrevolaba por las noches en busca de sus pequeñas presas humanas, las cuales levantaba con sus poderosas garras y pico, las llevaba a casa de su amo, en donde eran asesinadas, descuartizadas y devoradas por ambos.

Vaya usted a saber si esta es sólo una leyenda o tiene su parte de verdad.

La historia oficial

Sin embargo, la narración oficial que parece en el mural cuenta otra historia, la que es más fantástica que verídica.

Señala que en el año 1696 el malhumorado ex corregidor de indios y capitán de guerra don Rodrigo de Zieza y Soberón se negó a brindarle ayuda a un moribundo que agonizaba en la esquina de enfrente de su casa, en la 65 por 70, y por castigo divino murió “como herido por un rayo” cuando al disponerse a entrar a su domicilio pasó encima un zopilote que estaba posado sobre el cuerpo del desconocido recién fallecido.

El ave de rapiña tocó su frente con una de sus alas y el corregidor cayó fulminado.

Luego se supo que el individuo que estaba tirado en la calle había sido un hombre muy rico que habí quedado pobre porque don Rodrigo lo había despojado de sus propiedades aprovechándose de su puesto de corregidor.

Fue entonces que al fallecer su espíritu entró en el del zopilote, y el plumífero, para reparar la injusticia que el corrupto De Zieza y Soberón había cometido, se cobró con la vida de éste.

Leyendas: Las serpientes gigantes de Yucatán

Leyendas: Las serpientes gigantes de Yucatán








La zona maya peninsular no está exenta de relatos vinculados con víboras voladoras, tal como sucede en otras culturas.
Martes, 13 May, 2014 00:09 



Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- “Las serpientes aladas” son un mito enigmático y misterioso que está arraigado en la cultura maya con sus características específicas, independientemente de que en otras culturas y países se habla también de estos seres. A continuación les presento un relato que nos mandó nuestro estimado amigo don Víctor Navarrete, quien radica en el municipio de Akil.

"El sol descargaba sus rayos fieramente sobre el monte yucateco, pero Mauricio estaba acostumbrado a esas condiciones y no se inmutaba, desde temprana hora había ido a la milpa de su viejo abuelo para trabajar, la deshierba era lo que hacía de principio a fin de la jornada, al finalizar se adentraba al monte a cortar leña para llevar al hogar. 

"Pero un día sucedió algo que recordaría toda su vida. Al estar utilizando el hacha para cortar unos trozos de madera escuchó un sonido que lo obligó a suspender un momento su trabajo para detectar de dónde provenía aquel ruido. Se quedó inmóvil y en silencio hasta que escuchó risas y carcajadas. Era extraño, pues no se imaginaba que alguien estuviera por esos rumbos.

"En un primer momento no le dio importancia, pero cuando captó que esas risas eran de unas jovencitas fue invadido por un fuerte deseo de acercarse a ver lo que estaban haciendo y por qué sonaban tan animadas. ¿Qué estarán haciendo? ¿Por qué reirán? Pensó.  

"Abandonó su labor y después de esconder sus herramientas entre la maleza se dirigió hacia la fuente del sonido con la intención de ver, según él, a las muchachas. Se acercaba pero el sonido también se alejaba, así que agilizó el paso, pero no lograba estar cerca de las misteriosas mujeres, poco a poco se fue desesperando por no alcanzarlas.

"De pronto, observó que ya estaba muy lejos de su milpa, exploró el terreno y se dio cuenta que estaba entre los límites de Akil y Oxkutzcab, a varios kilómetros de su lugar de origen.

"Mauri, como le llamaban cariñosamente desde pequeño sus abuelos, se sorprendió al escuchar que las mujeres continuaban riéndose locamente, también escuchó el inconfundible sonido del agua revoloteando y burbujeando, como cuando alguien se baña en un estanque.

Mujeres bañándose
"Conforme el muchacho se acercaba sentía su corazón latir a mil por hora y su pulso se había elevado considerablemente. Por su cabeza pasaban las imágenes de las mujeres bañándose desnudas, quería deleitar sus juveniles ojos. 

"Cuando por fin estuvieron a su alcance no lograba verlas, miraba por todas partes pero no veía el objetivo que había perseguido por varios minutos, sólo escuchaba las ya acostumbradas risas. Reconoció el lugar, estaban cerca de una sarteneja llamada X’mitán, un sitio que servía de abastecimiento de agua para cazadores y animales silvestres. De pronto recordó que su abuelo lo había llevado cuando era pequeño a ese lejano lugar para divertirse y refrescarse del intenso calor de estas tierras. 

"A punto estuvo de desmayarse cuando miró a dos serpientes gigantes bañándose en la sarteneja, estaban enrolladas y se reían como muchachas. Nuestro amigo no pudo moverse pues se paralizó por la impresión, lo único que pudo hacer fue esconderse y seguir observando para no llamar la atención de las criaturas, pues si se daban cuenta de su presencia se lo comerían en un instante.

"Tres largas horas pasaron hasta que las culebras gigantes salieron del agua, eran del largo de media esquina y tenían cabezas muy parecidas a las de un caballo, pero con largos colmillos y ojos amarillentos que les daban un aspecto siniestro.

Tenían alas y garras
"Lo que más asombró a Mauri fue ver que tenían alas y su cuerpo estaba recubierto por plumas y al final de su largo cuerpo tenían una filosa garra con tres extremidades que dejaban una marca de tres hileras por dónde reptaban.

"Avanzaron unos metros hasta que llegaron a un lugar despejado, luego alzaron vuelo con rumbos desconocidos. Mauri, poco a poco recobró la movilidad y pudo dirigirse a su casa, pues ya estaba entrando la noche.

"Cuando su abuelo se enteró de lo que le había sucedido al muchacho, lo regañó severamente y le explicó que no debió hacerlo pues pudo haber muerto si las culebras aladas se daban cuenta de su presencia, ya que cuando alcanzan semejantes tamaños se dirigen al mar a pasar el resto de sus vidas y en ocasiones se reproducen en sartenejas, aguadas, cenotes y grutas de las muchas que abundan en Yucatán".

EL SIGNIFICADO DE LOS APELLIDOS MAYAS EN YUCATAN

EL SIGNIFICADO DE LOS APELLIDOS MAYAS EN YUCATÁN




Ac: (Ak), tortuga, enano.

Baas: petaca, baúl.

Bacab: (bakab), comediante.

Bak: (Bak') carne circundante.

Balam: jaguar.

Batún: hacha de piedra, granizo.

Cab: (kab) Tierra, miel.

Camal: (Kamal) dos ocasiones.

Can: (kan) serpiente, número cuatro.

Canché: (kanché), serpiente de palo, cama.

Canek: (kanek') estrella del cielo.

Canul: (kanul) rocío del cielo.

Catzim: (katsim), un árbol (Acacia gaumerii).

Cauich: (kawich), dos rostros.

Ceh: (keh), venado.

Cen: (ken), yo.

Cetz: (ketz).

Cex: (kex), exitación, vosotros.

Cimé: (kimé).

Cob: (Kob), maíz picado.


Cocom: (kokom) oidor, planta trepadora con flores amarillas.

Coh: (koh) puma, caro, costoso.

Cool: (kook) maldad, travesura.

Couoh: (kowoh) araña negra ponzoñosa.

Cupul: (kupol).

Cutz: (kutz) pavo montés.

Chablé: lazo extendido.

Chac: (Chak), lluvia, rayo.

Chalé: del verbo lavar.

Chan: pequeño.

Chay: una planta (jathropa aconitifolia).

Chí, nancen, boca, orilla, orla.

Chim, bolsa, escroto.

Chú, calabaza, quemado.

Chuc: (Chuck), carbón.

Chhel (Ch'el) un pájaro.

Ek: (Ek') estrella.

Euan: (Ewan).

Hau, dejar, cesar.

Huchím: (Huchi) del verbo o moler.

Iz (Is) camote.

Kantún (K'antun), piedra amarilla; lecho de piedra.

Keb (K'eb), abrir suavemente; una planta, (Psittacanthus americanus).

Ku (K'u), indio, nido).

Kutz (K'uts) tabaco.

Kuyoc: (K'uyoc).

Matú, regalado u obsequiado de persas o abalorios.

May, casco, terso, espeso.

Maz o Maaz (Maas) grillo.


Mex, barba, pelo.

Miis: barrer, limpiar.

Moh, brasero, dormir junto al fuego.

Mucuy: tortolito.

Na: Casa.

Nabté, lanza, dardo.

Nah, merecer  ser digno de algo.

Nayal, inclinarse, caer, ser olvidado.

Noh, grande, majestad, mano derecha.

Nuch, unir los cabos de algo.

Och, zorro.

Pacab (Pakab) banca, dintel.

Pat, constructor, fabricante.

Peech, duro rígido, sostén.

Pech, garrapata.

Pol, cabeza, cincelar, taller.

Pot o Poot, el que agujera.

Puc (Puk), desmigajar o desmenuzar.

Puch, acción o efecto de despachurrar.

Tah, una planta (Viguiera delante).

Tamay, una planta (Zulania rossovieae).

Tun, piedra preciosa; en voces compuestas significa simplemente piedra.

Tuz (Tus) imitar, mentir, inventar.

Tzab (Tsab), una constelación; el cascabel de la serpiente.

Tzamá (Tsamá), superior.

Tzek (Tsek'), calavera.

Uc (Uk) cabra.

Ucán, árbol no identificado.

Uicab (Wikab).

Uitz (Wits), cerro, montaña.

Uxul, lo último.

Xiu, yerba.

Xol o Xool, báculo, hincar o fijar algo en el suelo.

Xul, término, punta.

Yah, dolor.

Yoc (Yok), agujerear, perforar.

Dzab (Ts'ab).

Dzal (Ts'al) oprimir con la mano.

Dzib (Ts'ib) escritor, pintor.

Dzul (Ts'ul), noble, extranjero, señor

LOS LIBANESES DE YUCATAN: CAUSAS DE LA MIGRACION

LOS LIBANESES DE YUCATÁN: CAUSAS DE LA INMIGRACIÓN





Los Libaneses de Yucatán

La inmigración libanesa, y su descendencia, constituyen uno de los fenómenos sociales más reveladores del siglo XX en Yucatán. Los hombres y mujeres libaneses provenían de pueblos agrícolas, a menudo siendo analfabetos, pero con un temple que no solo subsanaba las carencias sino que daba para más. Hubo excepciones: con licenciatura en  economía arribó don  Michel Jacobo Eljure y antes que él  llegaron de Líbano con  cierta instrucción los señores Jorge Alam, Lázaro Farhat, Abraham Melayes y Nehmen Francis, que era tenedor de libros.


Las causas de las migraciones libanesas son distintas de acuerdo al tiempo en que se realizan y a los pueblos de origen. En la primera mitad del siglo XIX las migraciones eran causadas por la severa crisis económica derivadas de la opresión del Imperio Otomano que dominaba  Líbano. Alrededor de 1860 la razón cambió y se intensificó la emigración: las luchas dramáticas entre drusos y maronitas obligaban al éxodo. El Imperio Otomano y las grandes potencias occidentales dividieron el Líbano dando lugar al surgimiento del Mutassarifat o “Pequeño Líbano” o “Montelíbano”. Los pueblos de maronitas que quedaron comprendidos en esta región empezaron a sufrir penurias adicionales lo que trajo como consecuencia un nuevo dinamismo en las migraciones.


Ya en el siglo XX la Primera Guerra Mundial constituyó la gran causa de las migraciones: el Imperio Otomano estaba aliado con los alemanes, sin embargo Monte Líbano no estaba en disposición de colaborar con sus opresores . En su libro Los Libaneses de Yucatán Teresa Cuevas y Miguel Mañaná afirman que las familias Isaac y Sarquís fueron testigos de que en el pueblo de A’afissdiq una mujer cocinó el cadáver de uno de sus hijos para alimentar al resto de la familia.Venían, desde luego, con pasaporte Turco dado el dominio de los otomanos, de ahí que se les empezara a llamar turcos, calificación que a principios del siglo XX no habría de resultar tan ofensiva dado que un señor Simón anunciaba, por esa época, su negocio como “la única casa turca”; uno de los arcos que dio la bienvenida a don Porfirio Díaz fue el de : “La Colonia Turca”; en 1913 la tienda de don Cruz Isaac se llamaba “La Bella Turca”, la de don Anselmo Razú en 1907 se llamaba “El Gran Bazar Turco”, y la de doña Afife Chuaro, “La Joven Turquía”.


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A continuación le presentamos una muestra fotográfica libaneses y sus familias que vivían en Yucatán en el siglo XX.

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